El recuerdo de un pensador inclasificable
Se cumplió otro aniversario de la muerte del extraordinario padre Leonardo Castellani.
Un 15 de marzo de 1981 fallecía el Padre Leonardo Castellani, para
muchos, un verdadero genio intelectual y literario. Nació el mismo año
que Borges, en la ciudad de Reconquista; no obstante, pese a su enorme
talento, no tuvo la misma suerte que Jorge Luis en cuanto a su fama. Su
obra es inmensa y de lo más variada. Hace algunos años, fue escrita una
biografía suya de dos tomos por el Dr. Sebastián Randle, un fabuloso
libro, pero sólo para fanáticos del jesuita santafesino. Valga entonces
este artículo para acercar a los lectores a la figura de este gran
argentino.
Como datos biográficos vale repasar que luego de su infancia en el
norte santafesino, ingresó como pupilo en el colegio santafesino "La
Inmaculada" de los Padres Jesuitas. Fue ordenado sacerdote en Roma en
1930, donde también logró el título de Doctor en Filosofía en la
Universidad Gregoriana. En 1935 regresa a la Argentina, llevando a cabo
una enorme actividad intelectual.
Su dolorosa vida fue sobrellevada bajo el signo constante de la
incomprensión. Nunca rehuyó la polémica, pero le hizo mucho daño la
mediocridad que lo rodeaba. En 1946 se le pide que abandone la Compañía
de Jesús, a lo que se niega. Al poco tiempo se le ordena que se recluya
en Manresa, España, comenzando a quebrarse su salud. Acusado falsamente
ante el Papa Pío XII, en 1949 es expulsado de la Compañía y se le impide
todo ministerio sacerdotal. A partir de allí, quedaría en la miseria,
logrando sobrevivir gracias a algunos pocos amigos y a su brillante
labor como escritor y conferencista.
Luego de muchos años en los que a lo largo de sus libros describiría
de variadas formas autorreferenciales su doloroso caso, en 1966 se
arregló definitivamente su situación canónica absurda e injusta. Sus
últimos años los pasaría más recluido que nunca en su departamento del
barrio de Constitución, ámbito que describen con claridad Pablo
Hernández y Rodolfo Braceli en sendos reportajes que le harían, un
tiempito antes de su muerte.
En cuanto a su obra, se ha dicho que Castellani era inclasificable o,
también, de género único. Su tema principal fue la teología (y dentro
de ella la esjatología: "Jesucristo vuelve, y su vuelta es un dogma de
fe"), pero también brilló como crítico literario, periodista, poeta,
cuentista y novelista. Pero acaso lo que mejor lo defina sea su especial
sentido del humor, sumamente irónico y capaz de mecharlo en cualquier
tema del que estuviera escribiendo o disertando, inclusive el Fin de los Tiempos. Quizás sea ese uno de los aspectos que más lo emparentaba
con el inglés Chesterton. Como muestra, basta un botón, permitiéndonos
recomendar el fabuloso "Credo del incrédulo".
LA IDEOLOGIA
En relación a su filiación ideológica, también es absolutamente
imposible de etiquetar. Dentro de la Iglesia, imposible catalogarlo como
progresista. Su ortodoxia y su profundo amor por la Verdad descartan de
plano esa posibilidad. Ahora bien, menos posible aún es identificarlo
como conservador, seguramente por sus disputas con la jerarquía que lo
llevaron a una de sus grandes luchas: su combate contra el fariseísmo
católico. Son célebres sus quejas por un catolicismo amanerado o
mistongo y sus cartas a sus superiores y obispos.
Vale citar una al Nuncio Apostólico de aquél entonces en la que le
reclamaba: "No pedimos a S.E. que salve a la Nación Argentina, déjenosla
nomás; le pedimos que cumpla el mínimum mínimo de su deber. No pedimos a
los Obispos que sean todos varones santos; les pedimos solamente que
parezcan varones. No pedimos a los Curiales que tengan la santidad; les
pedimos que perciban y no persigan la santidad. No pedimos a lo
sacerdotes que crean en el Evangelio; les pedimos solamente que enseñen
el Evangelio: todo el Evangelio".
Por otra parte, en lo político, también es sumamente difícil
ubicarlo. En efecto, mal puede afirmarse que haya sido de izquierda,
recordando su ortodoxia. Es cierto, en el contexto de su expulsión, en
el que se ganaba la vida dando conferencias, frecuentó a varios
intelectuales de izquierda con los que entabló una cordial relación.
Ejemplo de ello es el interesante Los zurdos y Castellani (Pablo
Hernández). No obstante, a pesar de esa cordial relación, ninguno logró
convencerlo de que apostatara. Al respecto, es célebre su respuesta a
Leónidas Barletta: "Tengo fe en Cristo y en la Iglesia por El fundada,
que creo indestructible".
Y bien, ¿era entonces Castellani de derecha? ¿Era el típico
nacionalista católico? Es verdad, suele ser un autor especialmente leído
por los nacionalistas. No obstante, luego del paso en falso de su
candidatura a Diputando Nacional en 1946 por la Alianza Libertadora
Nacionalista, su relación con ellos fue por demás de compleja debido a
los tan conocidos vicios que los caracterizaron a lo largo de su vida
política. Ahora bien, que no se sintiera cómodo entre los nacionalistas y
que los criticara con su habitual sarcasmo, no significa que su labor
intelectual no haya estado impregnada de un profundo patriotismo.
Vinculado con lo anterior, el politólogo Marcelo Gullo se atreve a
realizar un parangón entre la figura de Borges, como paradigma del
intelectual "cipayo" y el Padre Castellani, como un pensador
verdaderamente nacional.
Aquí es por demás de interesante dedicarle una mención especial a la
relación con Borges. En su faceta de crítico literario, Castellani le
dedicó unos cuantos conceptos, algunos elogiosos y otros, bastante
ácidos, entre los que vale mencionar la "agorafobia" de la que lo
acusaba y su calidad de "blasfemo tímido". Por otra parte, ambos,
Castellani y Borges, compartieron junto a Ernesto Sábato y Horacio
Ratti, el famoso almuerzo en la Casa Rosada con el presidente Videla. Lo
cierto es que, luego del almuerzo, tanto Borges como Sábato destinaron
elogiosos comentarios hacia Videla, en tanto que Castellani fue el único
que se atrevió a interceder por el paradero de Haroldo Conti, ante el
desesperado pedido de su pareja.
Para ir finalizando, vale destacar que no son pocos los que opinan
que el Padre Castellani fue una especie de Profeta. En tal sentido, no
está de más citarlo en el prólogo a uno de sus mejores libros (Su
Majestad Dulcinea): "Hay que saber que el que escribe un libro de estos
no escribe lo que quiere sino lo que le sale de la cabeza; la cual a
veces parece como conectada con una voluntad imperiosa, que no es la
propia."
Llegado este punto, si bien su obra es relativamente conocida,
considerando lo enorme de su talento, podemos preguntarnos, al igual que
Rodolfo Braceli: "¿Cómo es posible que Castellani continúe siendo casi
desconocido en la Argentina?" Quizás en parte debido a la acción de
quién le había comprado los derechos sobre su obra a la heredera, para
vendérselos luego a un grupo de españoles, impidiendo que se editen aquí
y costando una enormidad los editados en la Península.
Pero quizás también, citando a su biógrafo, por aquello de que nadie
es profeta en su tierra; pareciera que los argentinos sufrimos de un mal
por el cual sólo apreciamos algo argentino si antes resulta alabado por
extranjeros (el Martín Fierro, el tango y el mismo Borges son ejemplo
de ello).
Quizás, ahora que el lúcido y valiente español Juan Manuel de Prada anda aprovechando cuanta ocasión sea para difundir y alabar su obra, quizás, sea hora de que el Padre Castellani sea reconocido como lo que realmente fue, uno de los más grandes pensadores que ha dado la "Argentada Tierra".
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