—Pero Ud. ¡ha hecho y pasado de cosas! Ud. ha vivido como dos vidas...
—Tres —sonrió el Cura—, por lo menos. Tengo una tercera vida secreta, que ni Ud. conoce ni nadie puede conocer, incomunicable, soledad absoluta. He vivido con gran rapidez. [...] He vivido en el aire. [...] Algún día lo contaré... Algún día o ningún día, no sé. Mis días están contados. Presiento que moriré pronto, lo cual no es nada extraño, por lo demás. ¿Cómo será mi muerte, Díos mío? Con tal que no me torturen... Pero en fin, Dios lo sabe.
Su Majestad Dulcinea
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