Punto de encuentro de todos aquéllos que estén interesados en vida y obra del Padre Leonardo Castellani (1899-1981)
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miércoles, 21 de enero de 2015
miércoles, 14 de enero de 2015
Freudismo y Antropología según el Padre Leonardo Castellani
Por Hugo Alberto Verdera*
1. Introducción: Freud en el proceso de descristianización de occidente
Nada fácil resulta para quien les habla, analizar el pensamiento de
quien uno considera, de todo corazón, su maestro. Y debido a que uno se
considera, con plena verdad, totalmente insuficiente para haberlo
apreciado en toda su dimensión, le parece asumir una actitud de
irresponsabilidad. A esto hay que unir que, quien les habla no es
médico, ni psicoanalista profesional, sino un estudioso del pensamiento
del Padre Castellani que, guiado por el mismo, se aproximó a esos campos
científicos específicos. Porque el Padre Castellani, en su vastísima y
polifacética labor intelectual, abarcó, con los rasgos característicos
de su genialidad, la esencia propia del pensamiento de Sigmund Freud y
del movimiento por él y en él originado, así como sus derivaciones,
imposibles de ignorar para comprender el contexto y la esencialidad
propia de la modernidad, uno de cuyos signos más significativos de su
degradación es la deformación de lo sexual, mediante un reducionismo que
tiene, sin lugar a dudas, por padre putativo a Freud. Sin su aporte, no
existiría, el denominado «pansexualismo» hoy auténticamente imperante.
Castellani vio, con objetividad, en el freudismo uno de los más
importantes movimientos de la Psicología del siglo XIX,
fundamentalmente, en su fase empirista. Y supo, genialmente, desentrañar
que el sistema de Freud, nacido como un «análisis terapéutico para la
cura de neurosis», se conformó pronto como una «pseudo-doctrina
psicológica» y, fundamentalmente, como una filosofía, es decir, como una
antropología totalitaria radical e intencionadamente falsa, que terminó
en una utopía mitológica, cuyo éxito se explica en el proceso de
descristianización de Occidente, constituyéndose en uno de los pilares
fundamentes del mismo.
2. Freud como «teólogo» y filósofo
Se ha dicho con toda exactitud, respecto de Castellani, «...que él era
psicólogo no sólo por sus excepcionales condiciones para la comprensión y
descripción del misterio del hombre, dramáticamente vivido desde su
experiencia en las cimas del dolor y la angustia como en las cimas de la
esperanza y el éxtasis, sino que lo era tomado también por específica
capacitación académica»[1].
Hablando de las herejías en la
Argentina, caracteriza Castellani a la moderna como «que es oculta,
resume a todas las otras, y es más peligrosa que todas: ella es el
modernismo, el naturalismo religioso, el progresismo o como quieran
llamarla. Ella consiste simplemente en suprimir lo sobrenatural y
endiosar lo natural. Esa herejía central es el fondo común o cimiento de
todas las formas del naturalismo herético actual...». Y Castellani
agrega más adelante que «muchas de ellas son contrarias entre sí
–aparentemente– y se golpean y patean», y cita expresamente entre ellas
«el optimismo sucio de Rousseau y el pesimismo sucio de Freud...»[2], ya
que la desintegración interior del hombre es no sólo dolorosa e
inevitable, sino sobre todo, insuperable, y el creador de la
Psicoanálisis propone «ocultar la desesperación bajo el manto de la
resignación. Freud sólo puede ofrecer al hombre doliente la paz de
“Thánatos” (la Muerte)», en primer lugar, porque su ateísmo le impidió
admitir al Dios de Abraham y la Redención por Cristo, y luego, porque
sus errores filosóficos le hicieron buscar la unificación del psiquismo
humano donde jamás puede darse: «del lado de la tendencia, y después en
la parte más baja de la tendencia, en el Instinto, reducido
monstruosamente a uno solo (la Libido)»[3], y esto hasta tal punto que,
anteriormente, señalaba Castellani que el Padre afirma, en otro lugar,
que aún «el arte es un desahogo de la libido, dice Freud: no es
verdad»[4]. Y en otra de sus obras, Castellani, analizando el Pecado
Original, expresa que «es evidente que si te pones a predicar que este
mundo es un paraíso, a poco tiempo los hombres gritarán a coro que es un
infierno; siendo que no es ninguna de las dos cosas; y si te pones al
hombre que él es naturalmente bueno, que el sumo bien es esta vida y que
su naturaleza está entera e intacta como salió de las manos del
Creador, al poco tiempo oscilará bruscamente el péndulo y los hombres
dirán que el hombre es una porquería: a Rousseau sucederá Freud». Y
termina el Padre: «Es peligroso consolar a nuestros semejantes negando
el mito del Pecado Original, porque explota otro mito mucho más
desconsolador, el mito maniqueo de La Libídine Omnipotente o el Pecado
Universal e Inevitable o simplemente el Dios del Mal, Arriman o
Satán...»[5]. Es comprensible que Freud haya afirmado, como nos recuerda
Castellani, que «el ascetismo es una neurosis de ansiedad
masoquista»[6].
Y en otra homilía, el Padre Leonardo señalaba que
«El mérito de la Psicología Individual ha sido haber atraído
fuertemente la atención, reaccionando contra el Pansexualismo de Freud,
sobre su rol de primer orden en la formación del carácter y sus
deformaciones, de ese apetito de poder y de esta experiencia de
impotencia subordinados a un ideal lejano y relacionado con la realidad
social»[7].
Y con precisión teológica irrebatible, Castellani ve
en Lutero un antecedente ineludible de ese pansexualismo, al afirmar que
«Lutero [...], en su libro De servo Arbitrio (opuesto al De Libero
Arbitrio de San Agustín) estimó que el Pecado Original había arruinado y
corrompido a fondo la natura humana: de él deriva la asquerosa Teología
o Filosofía de Freud»[8].
Puede parecer apresurado calificar la
teoría freudiana, es decir, al propio Freud como teólogo. Pero como nos
enseña agudamente Castellani, «para un teólogo no es problema clasificar
al freudismo teológicamente: es una herejía judaico-cristiana, una
especie de maniqueismo luterano», luego de señalar, renglones antes, que
«si me oyera Freud levantaría de su tumba la testa con asombro, ¿yo
teólogo?»[9]. Más adelante, ratifica lo afirmado, expresando que «Emile
Ludwig lo llama “mago” e “impostor”; Oliver Brachfeld, notable psicólogo
[...] le llama “hiena hedionda”; y el Dr. Nathan ha escrito un libro
titulado Los psicoanalistas deben ser fusilados». Y Termina el Padre:
«Estas tres autoridades son judíos, no cristianos, porque el
psicanálisis corroe la moral judía lo mismo que la moral cristiana, las
cuales no son heterogéneas en fondo ni mucho menos»[10].
Para
Castellani, Freud es como investigador, «un pensador de raza, de una
cultura exitista, de un instinto psicológico excepcional, de una
laboriosidad portentosa, de una gran honestidad intelectual». Y como
psicólogo, «es el fundador de una doctrina filosófica que tiene grandes
aciertos [...] mezclados a grandes errores, o mejor dicho prejuicios,
prejuicios que afectaban su doctrina en forma que, preguntándose si es
buena o mala, haya que contestar que es mala “simplemente” y buena
“según un cierto aspecto”», añadiendo que «el llamado “pansexualismo”,
el asocianismo psicológico, la exageración del llamado por Ribot “método
patológico” y su incapacidad mental para distinguir la potencia del
acto y la causa material o eficiente de la causa formal son los
principales de esos prejuicios» o grandes errores[11].
Castellani, absolutamente fiel al principio tomista de «buscar la verdad
donde se halle», expresa que «en vez de increpar, o tan siquiera
refutar, nos limitaremos a exponer los aciertos de Freud completándolos
en lo posible [...] en el fondo la mejor manera de refutar; porque
liberado el núcleo de verdad que hay en todo error poderoso, el error se
cae solo como una cáscara vacía»[12].
El Padre Castellani se
pregunta «¿por qué tuvo el análisis freudiano esa difusión fulminante y
esa “prensa” que no tienen ningún otro filósofo contemporáneo...», y da
cinco razones:
«1. Por el «escándalo» que acompaña a todo lo que
versa sobre lo que versa sobre lo «sexual», sobre todo en nuestra
hechicera época, en que el llamado «problema sexual» es muy agudo; y la
indisciplina de las costumbres también;
2. Por la «revolución» contra las buenas costumbres que prometer la cómoda moral freudiana.
3. Por el talento literario de Freud, que confiesa que él tuvo vocación (o al menos tentación de novelista).
4. Por la audacia del pensamiento que acomete todos los problemas del hombre frente a la enteca y deshumanizada psicología académica.
5. y principal, por las soberanas dotes de investigador científico del autor, que reportó como frutos verdaderos descubrimientos: la teoría del Subconsciente, la etiología de las neurosis, la definición psicológica del ensueño, una teoría completa acerca del instinto sexual, un planteo exacto y unitario de absolutamente todos los problemas Psicológicos principales»[13].
Más aun, afirma Castellani que «la aparición de
la psicanálisis volvió de nuevo interesante la psicología y la puso de
moda: se puede decir que fue un retorno a la ciencia del alma desde la
pedantesca e inútil “Psicología experimental”. Puede ser clasificado
como psicología antropológica»[14].
Pero, «por haberse fundado
sobre bases filosóficas deleznables, la doctrina psicanalítica se volvió
pronto un caos [...] se dobló pronto de una doctrina psicológica y
vulgar, que se puede llamar una mitología»[15]. Es que, como
magníficamente ha señalado Louis Jugnet, «Existe también una
“litósfera”, es decir una atmósfera intelectual y afectiva propia de
toda época. A fuer de tomar “la costumbre por la naturaleza” –según la
hermosa expresión de Montaigne–, se llega, sobre todo gracias a la
difusión de los “mas-media”, a hacer aceptar al hombre común como
evidente, o por o menos como definitivamente adquirido, ideas que con
frecuencia son totalmente contrarias a la verdadera naturaleza de las
cosas. Tal es el caso [...] del psicoanálisis y del verdadero “sistema
del mundo” construido por Sigmund Freud, cuyos postulados de base no son
cuestionados en la práctica sino por un puñado de autores rebeldes a la
moda y al célebre “Viento de la Historia”»[16].
Para Castellani, «ponerse a perseguir las proposiciones erróneas que
hay en los psicoanalistas sería interminable y ponerse a refutarlas
sería enteramente desabrido», añadiendo que los errores de Freud han
sido refutados por la clínica, incluso por la clínica del mismo Freud,
del cual no de balde se distinguen tres épocas»[17]. Remitimos a la
lectura de los mismos, como a su refutación, para centrarnos en la
concepción de base antropológica freudiana y su utilización como
elemento constitutivo esencial en la elaboración del modelo humano
erótico y su importancia en la constitución del «nuevo orden mundial».
Para Castellani, el error filosófico de base en nuestro autor, es que
«Freud es absolutamente incapaz de percibir la distinción entre acto y
potencia, lo cual significa que filosóficamente se ha ido, se ha
retrotraído y regresado (como decía él) más atrás de Platón, más atrás
de Aristóteles, y más atrás de los presocráticos, es decir, al nivel
mental del niño y el salvaje. [...] Toda la filosofía aristotélica
reposa sobre la distinción entre potencia y acto y su consecuencia
inmediata el “Motus” o devenir. Aunque entre el ser y el no ser no hay
medio, existe una cosa que es en cierto modo y no es en cierto modo y se
llama “dynamis”? O potencia; la cual simplemente hablando no es y según
algo, es. El árbol está en la semilla en potencia»[18].
Señala
Castellani que cuando Freud expresó que «el primer acto del recién
nacido, es decir, tomar la teta, es un acto sexual, los franceses, que
“son guasones”, produjeron grandes chistes. “El chico hace un acto
sexual, pero convengamos en que de paso, se alimenta” dijo Charles
Blondel. Por su parte, el Profesor Claude afirmó: “El primer movimiento
del brazo del recién nacido es un acto guerrero, porque con ese brazo
algún día empuñará el fusil; pero no conviene ahora mismo mandarlo a la
conscripción”. Y un maestro de la Sorbona, George Dumas afirmó: ¡Freud
dijo eso! ¡que Dios tenga piedad de su alma»[19].
Castellani
expresa que un discípulo suyo, de 16 años hubiese respondido
simplemente: «Potencialmente sí, actualmente no». [...] El muchacho
alumno de Santo Tomás dice: «Nacemos con el (instinto sexual) in
potentia; lo adquirimos in acto». Y continúa el Padre Castellani:
«Dejemos hablar al muchacho bachiller en Artes en una Universidad del
Medio Evo:
«¡Oh mis queridos borriquitos! Evidentemente el primer
acto del niño procede de esa tendencia general que nosotros llamamos
“apetito sensible” y vosotros burronamente Libido; pero por el hecho que
más tarde ese apetito sensible, parte de él, se va a dirigir a objetos
sexuales, no quiere decir que ya ahora sea sexual. Porque para conocer
una función no hay que escudriñar su raíz, la cual es común a todas y se
llama tendencia vital, sino su flor y su fruto. Quiero decir que las
funciones se especifican por sus actos y los actos por sus objetos; y en
el hombre hay una progresiva aparición de nuevas funciones, que son
nuevas y no nuevas; nuevas por un nuevo objeto que las diversifica
específicamente y en cierto modo, las crea; no nuevas por su lejana
raíz, que no es otra cosa que la tendencia general al bien, o sea, al
Ser, que en todas las lenguas del mundo se llama Amor. Tenéis cero en
Metafísica; habéis confundido la potencia y el acto (Hasta aquí el
Bachillerejo). Esa confusión es el origen de la mayoría de los errores
de Freud; si no de todos. Podría ir aplicándola una tras otra a su
teoría del instinto, teoría de las neurosis, teorías de las perversiones
[...], teoría de la sublimación y teoría de la Sociedad». Y termina
Castellani: «Esa confusión es la que da origen a la horrenda invención
del Thánatos o Instinto de Muerte. Basta recordar aquí la importancia de
esas cuatro frases sintéticas. A saber: Adler: “Ser hombre es sentirse
en estado de inferioridad y constantemente impelido por un instinto de
superación”. Jung: “Ser hombre es sentirse incompleto y continuamente
espoleado, por una Pulsión Vital, que siendo general es, sin embargo, de
natura sexual general”. Freud: “Ser hombre es estar continuamente
espoleado por la Libido o Principio de Placer que lucha contra su
contrario el Thánatos” (agregado de la tercera época). Aristóteles: “Ser
hombre es sentirse vivir y continuamente atraído a vivir con plenitud”
(Sullivan)»[20].
Respecto al concepto esencial freudiano de
Libido, señala Castellani que existen cantidad «de amores espirituales,
como el amor a la patria por ejemplo, que pese a Freud no tiene nada que
ver con la Libido, y por encima todavía existe el amor místico de Dios,
que es un misterio, que escapa ordinariamente al psicólogo, por más
redes que le eche para atraparlo»[21].
Concluye nuestro querido
Castellani que «el psicanálisis, aún corregido debe ser presentado como
un remedio último para cuando fallen todos los otros, y es comparable a
una seria operación quirúrgica. La “noche oscura” de los místicos es
comparable al psicanálisis. Pero al revés: para arriba y no para
abajo...»[22].
Castellani denunció «que ha habido muchas
tentativas de unificar la ciencia psicológica (de reducir a unatodas las
psicologías), ubicando entre ellas al freudismo»[23], y que «en el
plano psicológico Freud aparece como un psicólogo intuitivo de
penetración asombrosa, pero viciada por lagunas insalvables y prejuicios
fortísimos»[24]. Hablando de Janet, Freud, Leuba, dice Castellani que
«desconocen absolutamente la religión y encima la odian furiosamente.
Pero También desconocen la psicología»[25].
Yendo al plano de lo
político, Castellani vio con claridad la importancia del freudismo para
la consolidación de un nuevo orden. Afirma (en la década de 1950), «que
la psicología se reduce a Freud y a Pavlov porque dan poder, para
domesticar animales y para dirigir a los hombres»[26].
Intentemos ahora, una síntesis respecto a la «filosofía freudiana», que ya realizamos en un trabajo anterior[27].
1. Todo su sistema está impregnado e imbuido de una concepción pesimista de la vida.
2. Su filosofía es radicalmente atea, materialista, determinista(no
dejando ningún lugar a la libertad humana, ya que considera que todo
acto del hombre está determinado por su pasado) y utilitarista (ya que
considera que todo el psiquismo humano se reduce a una lucha entre el
«principio del placer» y el «principio de realidad», es decir, los duros
renunciamientos que nos infligen las leyes de la naturaleza y de la
sociedad.
3. La filosofía freudiana procede por afirmaciones
masivas y «explica toda crítica por alguna resistencia, represión o
complejo».
4. Su noción de «Libido» convertida en el motor único y
central de la actividad humana, dando como resultado un
«pansexualismo»reduccionista, única explicación de lo humano. Para él,
la libido, concupiscencia sexual, designa la energía psíquica primordial
y única. Así, la libido freudiana significó la clave de toda la vida de
relación, el núcleo de toda actividad afectiva, el motor de toda la
vida cultural. Así, para Freud el hombre es monoinstintivo y el
psiquismo humano es pansexual o totisexual. Y el fondo del hombre es
primitivo activo bestial, infantil alógico y sexual. De ahí que la
perversión sexual no sea pasible de ninguna condena moral.
En
suma, el freudiano parte del presupuesto que el hombre es un manojo de
fuerzas biológicas exclusivamente y que ellas se parecen a las fuerzas
mecánicas. De este modo, su sistema moral no podía ser otro que el
«hedonismo».
En suma, el pansexualismo psicoanalítico es
plenamente explicativo y la resultante de las doctrinas freudianas,
puesto que en éstas el pansexualismo se afirma de manera categórica. El
mismo Freud escribe: «La mayoría de las personas cultas han visto en
esta denominación una ofensa y se han vengado lanzando contra el
psicoanálisis la acusación de pansexualismo. Quien ve en la sexualidad
algo vergonzoso y humillante para la naturaleza humana puede servirse de
las palabras más claras de eros y erótico. Habría podido hacer yo otro
tanto desde el comienzo y me habría ahorrado no pocas objeciones, pero
no lo he hecho porque no me gusta portarme como pusilánime. No se sabe
dónde se puede llegar siguiendo por este camino; se comienza cediendo en
las palabras y se acaba, a veces, cediendo en las cosas»[28].
Por lo tanto, Freud asume plenamente su «pansexualismo», ya que las
cosas en las que no quería ceder y en realidad no ha cedido nunca, a
pesar de algunas fluctuaciones verbales, se aclaran cuando dé la
definición de libido, sin duda su caballito de batalla. Expresa al
respecto: «Libido es una palabra que hemos tomado prestada de la teoría
de la afectividad. Con ella designamos le energía (entendida como
magnitud cuantitativa pero que no estamos todavía en condiciones de
medir) de las tendencias que se enlazan a lo que nosotros llamamos en
conjunto con la palabra amor. El núcleo de lo que nosotros llamamos amor
está constituido, naturalmente, por lo que es conocido comúnmente por
amor y es cantado por los poetas, es decir, el amor sexual cuya
culminación constituye la unión sexual».
Si bien Freud no
desconoce las otras variedades de amor (hacia sí mismo, hacia los
padres, de los ciudadanos a la Patria, la amistad) empero para él todas
estas variedades de amor «son otras tantas expresiones de un único
conjunto de tendencias que, en ciertos casos, aún conservando rasgos
característicos de su naturaleza que bastan para no inducir al error
sobre su identidad, alejan de este fin e impiden su realización»
(Psicología colectiva y análisis del yo, p. 104, citado por Felici, o.
c., p. 155).
De este modo, el pansexualismo se inscribe como eje y resultante central del psicoanálisis freudiano[29].
4. Implicancias políticas del pansexualismo
Sydney Hook, al presentar su libro crítico sobre el método científico
del psicoanálisis, hace notar que «no falta quien afirme que la teoría
freudiana del hombre es potencialmente la teoría que prevalece sobre
todas las otras justamente porque se ocupa de la mente y del
comportamiento humano, porque ofrece la clave fundamental para
comprender las elecciones y decisiones que los hombres toman o dejan de
tomar»[30].
En primer lugar, encontramos en Freud cuáles eran sus
opiniones políticas. Se ha señalado que careció de perspicacia en sus
juicios políticos. «Fue admirador del nacionalismo y del militarismo
alemán, juzgó a los servios de imprudentes, se entusiasmó [...] por la
guerra de los imperios centrales y en este clima habló de “nuestras
batallas”, esperó la caída de París, confió en la derrota de los
rusos... cambiando de opinión sólo a fines de 1917, o sea con los hechos
a la vista, pero todavía en el ’18 esperaba una victoria de Alemania...
después asistimos a un sorprendente cambio de opinión. Más tarde,
cuando ya el movimiento de Hitler estaba en plena actividad, pensó como
absolutamente imposible que los alemanes dieran vía libre al nazismo.
Aún aquella vez se equivocaba»[31].
Incluso, evidenció tendencias
antidemocráticas. De hecho, «no sólo no expresa jamás juicios
desfavorables contra el fascismo, sino que nutrió una gran admiración
por el Duce, a quien dedicó en 1933 un pomposo elogio que tenía una
clara e innegable referencia a la obra política mussoliniana»[32].
Afirma, en Moisés y el monoteísmo, Freud sostiene que bajo el fascismo
«el pueblo italiano viene educado en el orden y en el sentido del
deber»[33].
Señala Ennio Innocenti que surge en los propios
textos de Freud su propensión a la dictadura. Escribe en 1927, Avvenire
d’una illusione, «en donde se lee que la civilización es obra de una
minoría que obliga a una mayoría recalcitrante. La invocación de la
dictadura parecería implícita en aquello que piensa Freud sobre las
masas: “la masa es un rebaño dócil, incapaz de vivir sin un patrón. Está
tan deseosa de obedecer que se somete instintivamente a aquel que se le
propone como jefe”, agregando que el advenimiento de las masas parece
que conlleva una “regresión psíquica” (que, sin embargo, estaría
“considerablemente atenuada en la masa organizada”, como es, por
ejemplo, un ejército), casi una “resurrección de la horda primitiva”
caracterizada “por el abajamiento de la actividad intelectual y de la
incapacidad de controlarse”»[34].
En nuestro trabajo antes
citado, bosquejamos los intentos de conformación de un «freudo
marxismo». Afirmábamos que «la vinculación de su pensamiento con el
proyecto revolucionario“pansexualista” no se comprende el concepto de
hombre involucrado en dicho proceso revolucionario»[35]. Y desarrollamos
como ejemplos de esa vinculación con dos «que ratifican lo expresado:
el actuar concreto de Wilhelm Reich y su “revolución sexual” como
requisito previo ineludible para la revolución marxista en Occidente; y
Herbert Marcuse y su hegelianismo freudomarxista constitutivo de su
“rebelión liberadora”, expresión de un proyecto hedonista y polisexual
tomado de Freud y trasladado del plano de la vida del inconsciente al
orden de los fenómenos conscientes individuales y colectivos. Vemos así
que el freudismo subyacente en Wilhelm Reich y en Herbert Marcuse se
constituye en un neo-erotismo, considerado como punto de partida del
proyecto revolucionario “liberador” de la sociedad»[36].
5. Conclusión: necesidad de superar la concepción antropológica falsa del freudismo y su utilización ideológica
Concluimos este bosquejo, en el que hemos procurado demostrar,
sucintamente, cómo Castellani desmenuza, aplicando incisivamente un
bisturí de alta precisión intelectual, poniendo al descubierto la
esencia antropológica falsa del freudismo y ve su utilización ideológica
por los movimientos empeñados en la consolidación del «nuevo orden
moderno», en radical oposición con el «hombre clásico tradicional». Pero
nuestro querido Padre Leonardo no limita su tarea en la crítica aguda y
certera; por el contrario, esa crítica es la que le permite enfatizar
la urgente necesidad de una concepción antropológica realista, es decir,
en la idea el hombre de la filosofía tradicional: greco, latina
cristiana, el hombre cuya esencia psicológica radica en pensar y vivir
con plenitud en la contemplación, fin último de el hombre plenamente
humano y, como tal, plenamente católico, Sea ésta una muestra más del
magisterio esencial que Castellani ejercitó, ejercita y ejercitará
siempre en cumplimiento de su amor sin límites a la verdad.
* Hugo Alberto Verdera es Abogado y Doctor en Derecho y Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de Córdoba (República Argentina).
[1] FARIÑA VIDELA, Alberto: «Un psicólogo desde la trascendencia», p. 108, en Revista del Instituto de Investigaciones Históricas, Buenos Aires, Nro. 36, Julio/Setiembre 1994 (Número Extraordinario dedicado al R. P. Leonardo Castellani).
[2] CASTELLANI, Leonardo: Domingueras Prédicas, p. 195.
[3] Ib.: p.341, nota 4, remitiendo a la obra del Padre «Psicoanálisis», Jauja, Mendoza, 1997, 2da. ed., pp. 26-27.
[4] Ib.: San Agustín y nosotros, Ediciones Jauja, Mendoza, 2000, p.215.
[5] Ib.: p.133.
[6] Ib.: p. 228.
[7] Ib.: Domingueras Prédicas II, p. 198, nota 8 que remite a La Catarsis Católica del Padre, pp. 77-78).
[8] Ib.: Domingueras Prédicas II, p. 351.
[9] Ib.: Freud, Psicanálisis, Jauja, Mendoza, 1996.p. 13. Aclara el Padre Leonardo porqué habla de «La Psicanálisis, expresando que “Análisis” es femenino y no masculino, de modo que están bien los franceses al llamarla la y no el, como el español, engañado por el artículo el, eufónico»; y que «otro barbarismo que debe corregirse es la socorrida “Libido”, que es llana y no esdrújula, como la hacen los “locutores”» (Freud, Freud en Cifra, oc., p. 31).
[10] Ib.: p. 14,
[11] Ib.: pp. 13-14.
[12] Ib.: Freud, Psicanálisis, o.c., pp., 14-15.
[13] Ib.: Freud, Psicanálisis, o.c., p, 15.
[14] Ib.: Freud, Freud en Cifra, o. c., p. 33.
[15] Ib.: p. 35 y p. 36.
[16] JUGNET, Louis: Problemas y grandes corrientes de la Filosofía, Cruz y fierro editores, Bs. As., 1978, pp. 143-144.
[17] CASTELLANI, Leonardo: Freud, Freud en Cifra, o. c., Sección II, Capítulo, p. 53 y ss.
[18] Ib.: Freud, Freud en Cifra, o. c., pp. 60-61.
[19] Ib.: o.c., p. 61.
[20] Ib.: o.c., pp. 61-62.
[21] Ib.: Lecciones sobre Psicología Humana, Ediciones JAUJA, 1995, p. 173.
[22] Ib.: Freud, Freud en Cifra, o. c , p. 82.
[23] Ib.: Lecciones sobre Psicología Humana, Ediciones Jauja, 1995, p. 72. Y en la p. 129: «...sobre tentativas incompletas de Unificación de la psicología», ubicando nuevamente entre ellas la de Freud.
[24] Ib.: P.. 91.
[25] Ib.: p. 229.
[26] Ib.: P. 207.
[27] VERDERA, Hugo Alberto: «El hombre erótico», publicado los Ciclos de Cultura Católica, Volumen I, ¿Qué tipo de hombre es usted?, CIES, 1997, pp. 65-72.
[28] FELICI, Pericle: El pecado en el pansexualismo psicoanalítico, Rialp, 1963, citando la obra de Freud «Psicología colectiva y análisis del yo», en Nuevos ensayos de psicoanálisis, Roma, p. 105.
[29] Ib.: o. c., p. 52. Cfr. VERDERA, Hugo Alberto: o. c., pp. 68-69..
[30] INNOCENTI, Ennio: «Orientaciones políticas del freudismo», Revista Diálogo, Nro. 10, 1994, p. 51.
[31] Ib.
[32] Ib.
[33] Ib.
[34] Ib.: p. 53.
[35] VERDERA, Hugo Alberto: o. c., p. 69.
[36] Ib., p. 69.
* Altar Mayor: Revista de la Hermandad del Valle de los Caídos, Nº 129, Junio-Julio de 2009.
viernes, 2 de enero de 2015
Homilía de Navidad
La maravilla de Navidad no es que Dios se haya hecho Niño – aunque eso nos enternece – sino que se haya hecho hombre: ése es el misterio. Tal como aparece aquí, es un Niño, no puede hacer daño a nadie, es débil y amable: “apareció la benignidad y la humanidad de Dios – dice San Pablo; “tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo Unigénito, no para que juzgue sino para que salve al mundo” – dice San Juan. “Dios podía salvar a los hombres de varias maneras; pero en ninguna tanto como ésta podía mostrar su amor a los hombres” – dice Santo Tomás.
Un poeta griego dijo que estar enamorado y tener seso, eso no puede ser, anoser en Dios. Pero aquí parecería que Dios también cayó en la volteada, pues nos amó con locura, dice San Pablo: “propter nimiam caritatem suam qua dilexit no” – o sea, por la caridad loca con que nos amó (Ef.2,4). Ese es el misterio.
Cuando nace, ya es un hombre santo; se verifican en él todas las Bienaventuranzas que más tarde había de enseñar Él, como paradigma de la santidad; incluso la bienaventuranza de la persecución, a cargo del Rey Herodes: es manso y sumiso a todos, no sólo al Emperador de Roma sino a los posaderos de Belén; es pobre repobre; llora, es puro de corazón, y es pacificador como cantaron los ángeles. Todo lo que va a seguir hasta la Cruz se deriva desto; y del estado del mundo cuando nació, el mundo caído, Israel decaído. Si un sabio de Atenas o Roma hubiese estado allí con los Pastores, le hubiese dicho: “Linda nación has venido a escoger para nacer: esta nación es una historia viva de la decadencia. Hay algunos individuos buenos; pero la nación como nación es una ignominia”. El Niño Dios hubiese contestado: “Lo que me interesa son los individuos: por esos dos que están a mi lado, yo hubiese nacido; y por el mismo Rey Herodes solo, hubiese muerto en la Cruz” -. Eso parece un poco de locura. El pueblo no se engaña con sus pesebres y sus crucifijos: en esas dos imágenes está indicado un amor incomprensible.
Los antiguos no comprendía el amor de Dios: nosotros tampoco por supuesto, pero sabemos que existe. Los judíos comprendían el temor de Dios; los griegos comprendían sólo el agradecimiento – y el temor – a los dioses de la mitología, los cuales se amancebaban con los hombres y mujeres mortales, no por amor sino por liviandad. Y los filósofos griegos no creían posible el amor de Dios; por lo menos Aristóteles. Dios está demasiado alto: el amor pide igualdad. Tenían un refrán que decía: “El amor busca iguales”, “amor pares invenit”, al cual San Agustín agregó dos palabras volviéndolo cristiano: “aut facit”, ¡o los hace! “El amor busca iguales o los hace”. Así Dios comenzó por igualarse a los hombres haciéndose hombre “nacido de mujer, nacido bajo la Ley”, y después trató de igualarnos con Él, levantándonos al amor divino por medio de la gracia, hasta llevarnos a la unión perfecta con la Deidad; pues“seremos semejantes a Él porque Le veremos tal cual es” dice el Evangelista del Amor (I Jn.3,2). Pero desde el instante del Bautismo comienza en el hombre ese proceso de asimilación a Dios; cuya continuación está en nuestras manos y también puede fracasar; y eso es tremendo. Porque ese amor es inmenso, perderlo para siempre es tremendo. El Infierno no es más que un amor perdido, rechazado. Por eso dice un villancico español:
“Si dese temblar de Dios
Yo también la causa fui
¡Mi Dios! ¿qué será de mí
Cuando yo tiemble y no Vos?
En fin, hoy no hay que acordarse del Infierno, aunque Herodes, que es el Infierno, anda cerca. “Gloria a Dios en lo alto y paz en la tierra a los hombres de fe” – que ése es el cántico de los ángeles: “tées eudokías”: no dice “de buena voluntad” sino de buena doctrina, de fe:“paz a los bienaventurados” (Lc.1,14): ésa es la palabra.
Para el amor se precisan dos. EL Hijo de Dios se preparó un amor para cuando naciera, el amor más común, más barato y más seguro, una madre – una familia; también un padre postizo; al cual Dios Padre, que lo nombró su representante, le dio corazón de Padre. El amor de Dios es difícil, hay que empezarlo por lo más fácil, que es el amor de familia; porque e agradecimiento es más fácil y el temor a Dios todavía más, pero el amor de Dios es como subir al Aconcagua pasando antes por todos los faldeos. Y así hizo Cristo, acogiendo en sí todos los amores humanos, - contra lo que dice dél el “el negro gordo”, o sea nuestro poeta Pedro B. Palacios, Almafuerte:
“Corazón cuyo amor intangible
Sin ningún otro amor se dilata,
Cual se estrellan y esfuerzan flexibles
Sin lograr abatir la muralla,
Ya tenemos, ya febles, ya locos,
Bramando y silbando los vientos que pasan.
La invasora legión de cariños
Que a la vida real nos amarra
No logró reducirlo, siquiera,
Ni al sacro materno dogal de la patria.
Ni arrancó la mujer a sus labios
Nada más que un feliz epigrama
Y a sus pies en la Cruz, su madre olvidada…
Jesús de Galilea
Para mí no eres Dios,
Eres sólo una idea
De la que corro en pos…
Esto es poesía de negro gordo. Almafuerte no era negro, era blanco y flaco, pero como decía Ramón Doll: “hay negros de todos colores”. (Una vez Ramón Doll estaba hablando de un individuo y lo nombraba a cada momento; “El gallego ese”. Y le dijeron: “¡Qué gallego! Si ése no nació en Galicia, nació en la Boca”. Y él retrucó: “¿Y qué tiene que ver? Hay gallegos de todas las nacionalidades”).
Contra lo que cree el negro blanco, Cristo acogió en su corazón todos los amores. ¿Y el amor carnal? Saltó ese amor, porque no lo necesitaba para llegar a la caridad, pero se guardó muy bien de condenarlo o denigrarlo, como hicieron y hacen después de él mucho filósofos y herejes. El amor carnal existe ¡cómo! Y se convierte o bien en caridad o bien en calamidad. Ese es su destino. Por suerte casi siempre o la mayoría de las veces se convierte en caridad, o sea, en amistad conyugal, que dice Aristóteles es la más firme de todas la amistades (la mayoría de las veces creo yo; no sé bien cómo anda el mundo). Cristo no podía atarse a la amistad conyugal, a una mujer, un hogar, unos hijos, porque tenía algo difícil que hacer y poco tiempo para hacerlo; pero algunas mujeres o alguna mujer tuvo hacia él no sólo amistad filial sino amistad conyugal –. Y él con una mujer se portó como un caballero andante – como Don Quijote con Dulcinea – si no es irreverencia.
Así que “tanto amó Dios al mundo”, con una caridad de chiflado, que le dio su Hijo Unigénito para que salvara al mundo – con el Amor rectificado y santificado.
Leonardo Castellani – “Domingueras Prédicas”
TOMADO DE Nacionalismo Católico San Juan.
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