Hace un tiempo que quiero contarles esa anécdota:
Cuando el Padre Castellani fue expulsado de los Jesuitas, quien le dio asilo en su Diócesis salteña fue Monseñor Tavella. El Secretario del Obispado era, por ese entonces, mi tío el R.P. Roberto Desimone, salesiano.
Como mi tío pasaba sus vacaciones de verano en su Mendoza natal, si bien su alojamiento habitual era el Colegio Don Bosco, la siesta, sagrada en estos lares, lo sorprendía en casa, después del almuerzo.
En una ocasión, siendo yo Cadete del Colegio Militar de la Nación, durmió la siesta en mi habitación y descubrió sobre mi mesa de luz un libro del P. Castellani.
Me preguntó si lo leía y me contó la historia.
Al día siguiente recorrimos todas las librerías de Mendoza y me compró todos los libros que encontramos del P. Castellani, los que he leído y aún conservo.
Esta historia data de entre los años 1982 y 1985, sin poder precisar exactamente cuál.
Si era ya por entonces asiduo lector de su obra, que un tío mío, sacerdote como él, me haya transmitido la bondad de sus escritos, y la contemporaneidad de su vida con la del P. Castellani, no hizo más que engrandecer su figura ante mis ojos.
Mi tío también fue un santo: fundador y primer Rector del Instituto de Humanidades de Salta y creador de la Orquesta Sinfónica Juvemil que supo deleitarnos en el Club Mendoza de Regatas.
Tomado del Grupo de Facebook "Padre Leonardo Castellani", reproducido con permiso del autor.