Con perdón de la palabra
[https://www.laprensa.com.ar/525032-Chesterton.note.aspx]
Que yo sepa, el único argentino que vio personalmente a Gilbert K. Chesterton fue el Padre Leonardo Castellani. Ello ocurrió cuando el sacerdote subía por la escalinata central de la Basílica de San Pedro y alguien lo señaló diciendo aproximadamente: "Ese que va ahí es el escritor más importante del pensamiento católico actual''.
Delante de Castellani ascendía la escalinata un hombre inmenso, de revuelta melena blanca y bigote hirsuto que iba del brazo de una mujer pequeña, que resultaría ser su esposa .
Y quien informaba a Castellani no se equivocaba pues, casi con seguridad. Gilbert ha sido el más destacado hombre de letras del pensamiento católico contemporáneo.
No analizaré aquí su obra literaria, pues hacerlo requeriría contar
con un espacio muy superior al de una escueta nota periodística. Me reduciré a destacar las formidables aventuras del Padre Brown y su eterno rival, el ladrón francés Flambeau. Aunque, desde luego, la obra de Chesterton incluya materias mucho más serias.
Chesterton amaba su país, Inglaterra, particularmente bajo sus facetas más populares. Sus personajes suelen ser gente del pueblo inglés, amigos de los refranes y bebedores de cerveza. Como Chesterton. Sublima los paisajes británicos, describiendo atardeceres rojizos, bosques sombríos, estrechas callejuelas.
Y se lo puede considerar el Emperador de la Paradoja.
Era amigo y enemigo de Bernard Shaw. Amigo porque mantenía con él una relación cordial. Enemigo porque las ideas de uno y otro discrepaban totalmente.
Un par de anécdotas para cerrar esta nota. Cuando inició su viaje de luna de miel compró un revólver, por si tenía que defender el honor de su mujer.
Segunda anécdota: Chesterton era muy despistado y frecuentemente, se veía precisado a enviar un telegrama a su mujer diciendo: "Estoy en tal parte. ¿Dónde debería estar?''.
Lo más frecuente era que su mujer le respondiera por la misma vía: No te preocupes, regresa a casa.
¡Qué no daría para conseguir que el pensamiento católico de nuestros días contara con una figura del calibre de don Gilbert!
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