Una solución básica del problema educacional argentino sólo es esperable de una decidida cooperación de todos, calzada de un intenso esfuerzo de iniciativa privada.
Los que quieren libertad de enseñanza han de merecerla, mostrarse hasta la evidencia capaces de ella, mostrar que son adultos, que soportan las responsabilidades de gobernarse a sí mismos, que tiene madura conciencia profesional.
La libertad no se pordiosea, se conquista. El que pide libertad llorando, por lo mismo demuestra que no la merece.
“Reforma de la enseñanza” (1939)
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