Félix Luna (1925-2009) nació en la ciudad de Buenos Aires en el seno de una familia de orígenes riojanos. Su abuelo, Pedro Luna, fue el fundador de la Unión Cívica Radical en la provincia de La Rioja y su tío, Pelagio, fue vicepresidente de la Nación acompañando a Hipólito Yrigoyen en su primer período como mandatario. Estudió y se recibió de bachiller en el Colegio del Salvador de los padres jesuitas y, posteriormente, se graduó de Abogado en la Universidad de Buenos Aires.
Por aquella época militó activamente en el radicalismo, estuvo preso siendo torturado durante el gobierno peronista y fue más tarde funcionario de tercer nivel del gobierno de la Revolución Libertadora. Cuando la UCR se escinde, acompañó la fórmula intransigente de Arturo Frondizi. Junto a Ariel Ramírez, recorría los comités de la UCRI interpretando canciones folclóricas; fue éste también el inicio de un prolífico trabajo conjunto de composición que se prolongaría varias décadas.
La caída de la presidencia de Arturo Illia y la disolución de los partidos políticos llevaron a Luna a abandonar la política partidaria y desarrollar una tarea que lo haría conocido para el gran público: la divulgación histórica de la mano de la revista Todo es Historia, que aún existe a pesar de las furiosas críticas que recibiría a izquierda y derecha a lo largo de los años. A este emprendimiento seguirían varios libros de historia y novela histórica muy vendidos: Yrigoyen, Alvear, El 45, Los caudillos, Breve historia de los argentinos, Soy Roca, Martín Aldama, un soldado de la independencia. Fue, además, profesor en su alma máter, en la Universidad de Belgrando y en la del Salvador, y secretario de Cultura de la Municipalidad porteña en el último tramo del gobierno de Raúl Alfonsín.
En su obra autobiográfica Encuentros a lo largo de mi vida (Buenos Aires: Sudamericana, 2011), escribe sobre el Padre Castellani:
"[...] Muchas veces pasaba por allí [el comedor del Colegio del Salvador] un jesuita que no conocía, cara de pocos amigos, que cruzaba el salón y salía por una puertita sin saludar. Después me enteré de que era Leonardo Castellani, mi admirado "Jerónimo del Rey" de las fábulas camperas, el autor de ardientes artículos en diarios nacionalistas. Estaba castigado por la Orden, a la que abandonó años más tarde por sus posiciones inconformistas pero también, creo yo, por su talento, que desbordaba la chatura promedio de sus cofrades. Así como Furlong era profesor de inglés, Castellani hubiera podido ser profesor de cualquier cosa y seguramente nos hubiera deleitado; pero era demasiado rebelde para que sus superiores confiaran en él..."
Hablando más adelante de la revista Todo es Historia, dice:
"Otra norma que no ha variado: la presencia de nuestros lectores en las páginas de la revista. La sección 'Lectores amigos' es de ellos y cualquiera puede decir allí lo que se le ocurra. Nunca dejamos de publicar sus mensajes, aunque contuvieron críticas contra la revista y su director. [...] Y recuerdo al padre Leonardo Castellani, que nos mandó también cartas muy agudas; una de ellas, a continuación de su firma, anunciaba 'tentato di morire'... aunque duró varios años más. La sección 'Lectores amigos' es una ventanita a nuestro pequeño mundo de lectores, una ocasión de autocrítica y de desahogo, y nos preocupa mucho cuando algún mes resultan escasas."
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