No arrojará cobarde el limpio acero
mientras oiga el clarín de la pelea
soldado que su honor conserva entero.
Ni del piloto el ánimo flaquea
porque rayos alumbren su camino
y el golfo inmenso alborotarse vea.
¡Siempre luchar! Del hombre es el destino
y al que impávido lucha, con fe ardiente
le da la gloria su laurel divino.
Por sosiego suspira eternamente
pero ¿dónde se oculta, dónde mana
desta sed inmortal la ansiada fuente?
En un mañana que es siempre Mañana.
Vil aunque vivo y victorioso vaga
el vicioso, del mundo cortesano
y de placeres fútiles se embriaga.
Nada respeta su inconsciente mano
rompe la rama por coger las flores
y estrago siembra en el pensil humano.
Y de inmaduros frutos los colores
pintones muerde y luego arroja al cieno
sin cuidar de la estela de dolores.
Mas el hombre de espíritu sereno
cava en su suelo hasta topar la roca
y enjuga en sí todo cogüelmo obsceno.
Con la verdad los ídolos destoca
lentamente el metal prueba, y su llama
separa el oro de la escoria loca.
Y caballero de la limpia fama
seguro va de espuela, brida y freno
donde la voz de una injusticia clama
Quijote y Sancho, Cid, Guzmán el Bueno.
Sin tregua combatir por el que gime
de alguna realidad profunda y santa
viendo entre sombra el vislumbrar sublime.
Moviendo osado la maltrecha planta
de escombros de la edad que ya agoniza
hacia una nueva edad que se adelanta.
En ademán que al vulgo escandaliza
por loco o necio siempre fue tenido
el que persigue su invisible liza.
De una belleza incógnita movido
el desbocado hidalgo de Cervantes
se ríen todos si le ven caído.
Acomete a quiméricos gigantes
de su imaginación completa hechura
al menos a los ojos ignorantes.
Con su lanzón y yelmo se figura
de vestiglos limpiar toda la tierra
y ni Sancho respeta su locura.
Pero él descansa en permanente guerra…
Oh fresco valle, donde crecen rosas
eternas de ilusión, y hay azucenas
trampas de mariposas codiciosas
en vano intentas inflamar mis venas
de imágenes de ególatras amores
mientras haya una esclava entre cadenas.
¡Ay! suenan del rebaño los clamores
grita aún ¡Barrabás! la muchedumbre
y suben a la cruz los redentores
y aún desangra en la oprobiosa cumbre
quien fue león en veste de cordero
y su poder vistió de mansedumbre
y los mártires hacen al madero
infame, con su sangre, leño santo
para salvar al universo entero...
y yo riego su planta con mi llanto.
Resistir es vivir; el llanto es santo
cuando en él bebe en misteriosa esencia
la flor del alma su inmortal encanto.
Amigos, no neguéis la Providencia
cuando encontráis ese rocío frío
que es prenda de perdón y de clemencia.
Majestuosamente el gran navío
batido y con alguna vela rota
entra, dejando atrás el mar bravío.
Así halla el justo al fin de su derrota
libre ya del turbión embravecido
vencedor del turbión que ya no azota.
el puerto del descanso o del olvido.
Manresa, 17 de agosto de 1947.
El Libro de las Oraciones
[Gentileza L. Gallardo.]
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