En la Argentina no hemos tenido pastores santos, si se exceptúa el bondadoso y un poco corto Mamerto Esquiú. Hemos tenido en cambio pastores malnacidos, pastores cobardes, pastores avarientos, pastores iletrados, pastores simoníacos, pastores embusteros, pastores calumniadores, pastores concubinarios; y los peor de todo, pastores villanos, estúpidos o idiotas. Yo lo pongo en tiempo pasado, S.E. es muy posible que pueda conjugar el tiempo, si, como creo, no pertenece a ninguna de esas categorías. El diablo conoce muy bien aquello de “heriré al pastor y se dispersarán las ovejas” . En nuestro país ha hecho una obra fina; y a consecuencia de ella, la Iglesia Argentina es un montón de ruinas, donde se esconden no pocos bichos, algunos venenosos.
Carta al nuncio Zanin (1954)
[Visto en: http://capillavedia.blogspot.com/2011/10/una-dosis-de-anti-clericalismo-en.html]
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