El 5 de mayo de 1976 era secuestrado el novelista Haroldo Conti. Su viuda, desesperada, habla con todo el mundo pidiendo ayuda. Hasta que da con Castellani...
“... Leonardo Castellani, el sacerdote, un tipo de derecha, pero a mí me respondió de una manera increíble... Fui a verlo a la casa porque en el número anterior de la revista Crisis había salido una nota que Haroldo le hizo a Castellani, y está la foto de Haroldo vestido con la sotana. Cuando fue el secuestro, la revista Crisis era como el centro de operaciones. Entonces, Marta Lynch fue a hablar con Sábato, y Sábato le dio su palabra de que iba a pedir por Haroldo. Con Borges ni siquiera intentaron. Se mencionó a Castellani, y yo dijo: ‘Lo voy a ir a ver a él’. Me acuerdo que fui y estaba en cama, estaba muy mal de salud. Tenían ese famoso almuerzo.
- ¿Qué almuerzo?- El almuerzo de los escritores, ¿te acordás? El que tuvieron con Jorge Videla.
- Ah, sí, sí.
- Estuvieron Sábato, Borges, Castellani y Esteban Ratti, que estaba en la SADE en ese momento; también fui a hablar con él, y los dos respondieron.
- ¿Castellani y Ratti?
- Sí, sí, me acuerdo de que lo fui a ver y le conté lo que había pasado. Castellani se quedó perplejo y me dijo que él había desistido de ir a ese almuerzo porque se sentía mal de salud, pero que con esto que yo le contaba, exclusivamente iba a ir para pedirle a Videla por la vida de Haroldo, que iba a investigar hasta encontrarlo. Y así fue, así fue. Es más, él llamó a la casa de mis padres cuando hacía dos días que yo había entrado a la embajada y habló con mi mamá. De eso me enteré yo después, mucho tiempo después; yo en la embajada estaba incomunicada, no podía ver a nadie. Castellani le dijo a mi madre que quería verme urgente, que lo tenía localizado a Haroldo y que quería verme urgente, que tenía algo muy importante que decirme; mi mamá le explicó dónde estaba yo, y que no sabía cuándo iba a salir yo de ahí, que le dijera a ella, y él le insistió: ‘No, no, yo tengo que hablar con su hija.’ Después me enteré de que Castellani había logrado la autorización de salida para mí, para mi hijo y para Haroldo, para los tres, pero que cuando llegó ya era demasiado tarde. Le alcanzó a dar la extremaunción a Haroldo.
- O sea que Haroldo está enterrado.
- Sí, pero no sé dónde.
- Pero ¿cómo es que le da la extremaunción?
- Castellani lo va a ver al campo de detención clandestino, en Coordinación Federal, donde estaba en ese momento. Haroldo no lo reconoce, estaba moribundo.
-- Entrevista con Marta Scavac, “Jamás he dejado de hablar con Haroldo”, en José Tcherkaski, Conversaciones con mujeres de escritores (Bs. As.: Biblos, 2003).
En alguna próxima ocasión, quizá, nos ocuparemos del papel de los escritores "democráticos" en ese famoso almuerzo con el presidente Videla.
5 comentarios:
Exelente post sobre el caso Conti.
Tengo -como muchos la tienen, y supongo que usted también- la foto de aquélla reunión con Videla; que algunos liberales la han recortado para no mostrar a Castellani.
Gracias y saludos.
Efectivamente. Esa foto ha sido bastante "manipulada".
Gracias
Interesante. Gracias por publicar.
Circula, respecto a este episodio, una entrevista a Castellani por la revista Crisis (julio 1976). Lo pueden leer aqui:
http://periodicoelvirrey.com.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=78:videla-borges-sabato&catid=4:poderes&Itemid=4
No puedo dar fe de la fidelidad o veracidad de lo que allí se publica. Quizá alguien pueda ratificar.
Gracias, estimado CP. Habíamos leído esa entrevista, pero queríamos -primero- traer el testimonio de la viuda de H. Conti. En breve reproduciremos lo de Crisis que nos trae.
Soy marxista-leninista, identificado con la tradición política y la lucha del PRT-ERP ¿Qué hago comentando aquí?
Ideológicamente Castellani era el vértice opuesto a todo aquello por lo que Haroldo Conti dio su vida y más. Se diría que el enemigo.
Pero hay enemigos por los que se puede sentir respeto, mientras otros no pueden calificarse siquiera de enemigos. Se doblan y se tuercen y saltan de un lado a otro. Se sentaron con el genocida Videla y cantaron las loas a la represión, como se hubieran sentado con el Comandante Santucho y vivado el socialismo. No tienen valores (un alma, si lo prefieren) buenos, ni malos; simplemente no tienen. No hace falta repetir sus muy célebres nombres.
Castellani en cambio era alguien que no quería renunciar a su palabra, por eso era incómodo incluso para muchos de los propios. No sería justicia olvidarlo.
A los revolucionarios nos consta que no calló. Un modesto homenaje desde la trinchera opuesta a Leonardo Castellani.
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