Punto de encuentro de todos aquéllos que estén interesados en vida y obra del Padre Leonardo Castellani (1899-1981)

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viernes, 30 de marzo de 2012

El fariseísmo y la abominación de la desolación


Si creemos a San Pablo y a Cristo (que en los últimos tiempos habrá una "gran apostasía" y que no habrá ya [casi] fe en la tierra), sólo el fariseísmo es capaz de producir ese fenómeno. Cuando los judíos digan: "Bendito sea el que viene en el Nombre", será cuando los cristianos hayamos flaqueado y decaído, cuando "el Devastador esté a su vez devastado", dice Daniel; cuando Roma, el Orden Romano haya desaparecido, como a osadas está hoy desapareciendo.

Sólo el fariseísmo puede devastar a la Iglesia por dentro; sin lo cual ninguna persecución externa le haría mella, como vemos por su historia, pues "la sangre de los mártires es semilla de cristianos." Si la Iglesia está pura y limpia, es hermosa, y atrae, no repele: atrae prodigiosamente, como se vio ya en su asombrosa propagación entre dificultades sin cuento, muertes y martirios.

Me detengo un momento para resollar: tengo miedo... Solamente cuando la Iglesia tenga la apariencia de un sepulcro blanqueado, y los que mandan en ella tengan la apariencia de víboras, y lo sean, el mundo entero se asqueará de Ella y serán poquísimos los que puedan mantener no obstante su fe firme, un puñado heroico de "escogidos" que "si no se abreviara el tiempo, ni ellos resistirían."

Entonces se producirá "el gran receso" y a causa de él, "el Hombre de Pecado, el Hijo de la Perdición" tendrá cancha para hacer su satánica voluntad en el mundo - por muy poco tiempo.

Con todas las promesas divinas encima (hay que decirlo):

Si la Iglesia no practica la honradez, está perdida;

Si la Iglesia atropella la persona humana, está perdida;

Si la Iglesia suplanta con la Ley, la norma, la rutina, la juridicidad y la "política"... a la Justicia y a la Caridad, está lista.

Porque entonces entrará en ella "la abominación de la desolación en el lugar donde no debe estar" que predijo Daniel Profeta, es decir, el fariseísmo. Por culpa del fariseísmo -"sepulcro que no se ve, por lo cual los hombres caminando lo tocan y se manchan" (Lucas 11, 44) según la Ley de Moisés (Números 19, 16: mancha legal "si alguien tocara un muerto... o un sepulcro, quedará inmundo por siete días"), por lo cual los judíos "blanqueaban" los sepulcros un mes antes de Pascua- las Puertas del Infierno CASI prevalecerán contra Ella, y sobre ese CASI de desesperación, volverá Cristo.

 Velad, pues. Y no toquéis los sepulcros ni las víboras.

Recopilado en "Las Parábolas de Cristo"; incluido también como Apéndice II en "Cristo y los Fariseos".


  



martes, 27 de marzo de 2012

Clase dirigente




Se quejan (nos quejamos) de la falta de una clase dirigente. Con razón. Es una lamentable y llorable realidad. O irrealidad: es un vacío.

La naturaleza no soporta el vacío: este vacío es llenado por una pseudo clase dirigente. Dicen: “No hay hombres en la Argentina”. Yo les digo: “¡Cómo no va a haber hombres!”. Dicen: “Quiero decir que entre éstos que están en circulación no hay ninguno que...” “Justamente, les interrumpo, es esa circulación la que hay que romper: es un círculo infernal”. Es la risible calesita de los politiqueros de profesión; que se les está parando. Somos distraídos; pero no tanto como para confundir el aceite con el vinagre.

La actual sedicente “clase dirigente” no es clase ni dirige. No es clase porque no constituye un estamento unido y solidario; y tampoco dirige al Bien Común. ¿Por qué no dirige al Bien Común? Muchos de ellos o al menos algunos son buenos varones y bien intencionados.

Aquí viene la preposición central de este ensayo: no dirigen al Bien Común (no gobiernan ni son aptos a ello) porque sus intereses particulares no coinciden con el interés general.

Pemán y otros publicistas han probado que “los antiguos Reyes cuando defendían el Reino defendían su propia familia; y aún su propia vida a veces”. Eso hacía que incluso Reyes personalmente perversos, como Luis XI, de hecho prosperaron, engrandecieron y acrecentaron a Francia. Hoy día se da la paradoja de que incluso hombres buenos y bien intencionados causan al gobernar (al desgobernar) el desmedro y aún la catástrofe de un país. No digamos nada cuando ni siquiera son buenos, sino memos, como algunos de nuestros policastros; o bien son simplemente perversos o intelectual o moralmente o las dos cosas, como... Uds. conocerán alguno.

La antigua “nobleza” europea fue destruida como estamento y elemento societario. Y una nobleza es necesaria; de donde, o legítima o falsificada siempre existe. Uno de los principales objetivos de la “Instauración Nacional” (me resisto a llamarla “revolución”) es crearla. ¿Crearla? Es demasiado pedir, no se puede hacer con un decreto. INICIARLA: poner sus condiciones de posibilidad.

Hay mucha gente noble en la Argentina, gentes que tienen las condiciones de la aristocracia: conocemos jóvenes que parecen príncipes. Pero no forman “clase”, de modo que poco o nada pueden. Hay “hombres”: conocemos coetáneos nuestros (es decir, sexagenarios) que si por un imposible los alzaran con una grúa de automóvil del rincón donde están trabajando callados (y a veces fuera de “parque”) al triste sillón de Rivadavia, como por arte de magia la nación comenzaría a entrar en cuja. Claro que durarían poco: les faltaría la planchada, el pedestal, la clase. Lonardi creyó que eso se arreglaba poniendo a Dell’Oro y a Amadeo en los Ministerios, a sus cuñados en las Secretarías, y a Borges en la Biblioteca Nacional: no duró.

Aquella antigua “nobleza” europea estaba unida incluso por la sangre pero mucho más por la misión que les competía (eran guerreros o letrados) y sobre todo por el bien raíz. Sus intereses personales coincidían con el bien del país; de modo que poseían un sentimiento vivo, cuasi instintivo, del bien nacional.

EL FUNDAMENTO DE UNA NOBLEZA ES EL AFINCAMIENTO PERMANENTE EN LA TIERRA: o bien raíz o algo equivalente: como la participación activa en las grandes empresas, hoy día: por vía de ejemplo.

Dada la condición humana, lo normal es: para que un grupo social se dedique al bien común hasta el sacrificio, es preciso que ese Procomún esté vinculado al bien propio, si no identificado. Habrá algunos héroes, santos o locos, que lo hagan de cualquier modo; pero serán pocos; y en lo “DE ORDINARIO CONTINGENTE” no hay que contar con las excepciones sino con la regla. Hasta los santos se mueven porque creen con fe loca que su propio bien (en la otra vida) depende del bien del prójimo, por el cual se sacrifican en esta vida. Dos santos solamente conozco aquí en la Argentina, y uno de ellos está en la cárcel.

El Código Napoleón, copiado después en los países latinos (no en Inglaterra por cierto) destruyó la nobleza al destruir el MAYORAZGO. El mayorazgo parece injusto (a los demagogos) pero es justo para con la familia, y beneficioso a la nación: hace estable a la familia, y cría generaciones de nobles; es decir, de hombres magnánimos sin esfuerzo, por nacimiento. Se necesitan tres generaciones de buena educación para hacer un noble.

La virtud más sólida, hablando de las virtudes “naturales” es la heredada, la que está “en la sangre”. “Y viene de buena sangre” —dicen los españoles— de sus candidatos a yernos. La castidad señoril y como natural de la matrona o gran señora vale mucho más, aunque sea sin esfuerzo, que la castidad atormentada de las lamentables “personajas” de Mauriac, por ejemplo. Puede que aquestas criaturas desgarradas tengan más mérito delante de Dios, aunque no lo creo; pero lo que es más útil y valioso en este mundo (“para lo de aquí abajo”, que dice Sancho), es la virtud consolidada y connaturalizada, el “honor”; cuando es verdadero honor, y no se confunde con los “honores”; con los tres nombramientos de “académico” (más que Menéndez y Pelayo) del que te dije arriba, por ejemplo. ¡Feliz país con tantos académicos y Academias republicanas con honores y sin honor! Pero los antiguos decían: “Pretor te puede hacer Frondizi; sabio con un decreto no te puede hacer” “CAESAR POTEST TE FÁCERE PRAÉTOR, MÍNIME RHÉTOR”.

La “legítima” inventada por Napoleón, que está en nuestro Código parece justa al estatuir una alícuota igual a todos los hijos; pero atomiza el bien raíz, y fuerza a los herederos muchas veces a ventas ruinosas, favoreciendo a los especuladores. Los pocos gobernantes buenos que ha tenido el país han provenido del núcleo “afincado”, casi siempre de la clase estanciera, acostumbrada al trabajo y al manejo de los hombres; aunque no del estanciero residente en París y con una administrador judío de sus estancias, por supuesto.

Dicen que ahora hay que reventar al estanciero porque hay demasiados latifundios en el país; hay demasiados latifundios (de empresas extranjeras muchos de ellos) y hay demasiada desintegración del bien raíz, o sea tendencia al minifundio: los dos males a la vez. Si el antiguo “mayorazgo” español no se puede restaurar (instintivamente lo conservan con tesón algunas familias patricias) se puede comenzar a remediar esos males con el “bien de familia” y la libertad de testar; nefastamente atacada hoy día por los gobiernos socialistoides.

El bien raíz trabajado personalmente arraiga al hombre en su país y forma al noble. La nobleza viene simplemente de la virtud, como advirtió Aristóteles; no de la virtud “religiosa” o mística específicamente, sino de la virtud civil, la virtud del hombre de mando, nacida en el campo de la “magnanimidad” o grandeza de alma; cuyo nombre español es “señorío”. Esa virtud es la que digo se forma con tres generaciones de educación sesuda, señera y señoril. No se quita que algún plebeyo (Juan Monneron, en la novela de Paul Bourget) pueda alzarse a la magnanimidad con sus propias fuerzas a pesar de una mala herencia; pero no es lo común. Lo más natural para el hombre de baja extracción y religioso es alzarse si acaso a la santidad; pero la santidad por sí sola no habilita a gobernar.

Montesquieu dijo que la Monarquía se basa en el honor y la República en la virtud; pero la República NO CRÍA la virtud; gasta la virtud que acaso existe, criada por el honor; de modo que al final (consumida la virtud republicana, que es adventicia) se convierte en la anarquía que conocemos. Y entonces la República anarquizada debe recurrir al honor, a la monarquía, aunque sea en forma de dictadura; que es lo que anda haciendo me parece De Gaulle, aunque con dudosos métodos y sospechables resultados; esa Francia que parece tener el jacobinismo en la sangre, y sin embargo creemos que no es así, sino al contrario.

No ignoramos puede existir la “virtud republicana”, es decir, el jacobino, el hombre de mando recto y duro. Robespierre fue eso: guillotinó a muchísima gente inocente (o no) para ir a acabar a la guillotina, sin poder atajar la monarquía inminente del tenientillo italiano nacido en Córcega, para muchos más desastres y muertes en Francia: una monarquía militar usurpada, sin arraigo y sin nobleza. No me digan que fue un cristiano con un altísimo ideal católico, la unificación de Europa Continental; como dicen León Bloy, y Belloc. Lo sé; pero fue un plebeyo hasta la punta de las uñas; como puede verse incluso en las notas cínicas que puso al libro de Maquiavelo, sin tener que recordar el asesinato del Duque de Enghien, o la brutalidad innoble que usó con la princesa María Luisa al casarse con ella, o antes; la cual ella le pagó bien más tarde, por cierto.

La virtud cívica se cría por medio del honor; con el honrar y premiar los méritos públicos; y honrarlos no con una suma de dinero, como hace el Gobierno con los poetas, novelistas y telebisontes tan excelentes que ahora tenemos; sino con un bien honroso y estable, un “bien de familia”. Alfonso X mandó en “LAS PARTIDAS” que el sabio que hubiese enseñado bien 5 años (“... PORQUE DE LOS HOMES SABIOS LOS HOMES E LAS TIERRAS E LOS REYNOS SE APROVECHAN E SE GUARDAN E SE GUÍAN POR CONSEJO DELLOS...”) lo hiciesen Conde palatino; lo levantasen no a él tan solo sino a su familia; sabía Alfonso el Sabio que la vida intelectual seria ennoblece —como bien nota Francisco Vocos en su excelente libro sobre la Universidad Argentina—, la cual ahora poco seria no ennoblece, aunque algunos enriquece. Sabía el “Emperador de Alemania que fue” por propia experiencia que la vida del sabio es semejante a la del guerrero, en el sentido que requiere tanto coraje y tanta paciencia, o más. El estudio serio es una lima sorda; y más el estudio apasionado de los sabios; los cuales son como perros perdigueros, que cuando rastrean una huella nueva no tienen reposo hasta que siguiéndola dan con la causa... o quedan en el esfuerzo.

Si queremos la Instauración Argentina (y hemos de quererla, tanto si la veremos como si no) debemos meditar sobre cada uno de los puntos capitales que ella exige. Esto intentan mis artículos actuales, humorísticos o no: todos pertenecen a la esfera de lo Serio, y los chistes no estorban, a no ser cuando son muy malos. Es odioso y nos sabe mal, tener que ridiculizar o deshonrar; pero si uno quiere honrar a los patriotas, tiene que deshonrar a los perdueles o apátridas; e incluso esto es lo primero, más necesario y urgente que honrar a la virtud. Un militar de éstos que justamente ahora anda “en circulación” parece ser que ha dicho: “cuando venzamos nosotros, a Castellani, a Menvielle y a Sánchez Sorondo los vamos a aplastar”. No van a vencer; y a mí no puede él aplastar, porque ya estoy aplastado. De eso entiende más la Curia que él. Incluso si fuera capaz de eso, no lo andaría diciendo: eso es un chiquilín, General o no General.

Puede que sea chisme. Por las dudas, le mandé de regalo un libro mío dedicado. Para consolarlo de que a pesar de sus conatos no va a vencer... NOS.

Ahora se me ocurre mandarle también un libro al Dr. Dell’Oro. Le mandaré un cuento de ladrones, es decir, una novela policial. Y cuando pueda, lo nombraré Conde por cinco años.

Leonardo Castellani e. u.

[3ª Parte del Directorial de la revista Jauja, nn. 13-14-15 de Enero-Febrero-Marzo de 1968.]

lunes, 26 de marzo de 2012

Sobre el suicidio de Lugones

El Padre Castellani dedicó varios artículos y todo un libro a Leopoldo Lugones (1874-1938). Su vida, su obra, sus charlas con él y, sobre todo, las causas de su suicidio fueron volcados al papel por el sacerdote.

Gracias al profesor Eduardo Allegri, traemos a continuación un artículo de Roque Raúl Aragón sobre este misterioso asunto: "Un suidicio muy particular".


Un Suicidio Muy Particular

Nuevo bloc de notas Pbro. Leonardo Castellani

Enhorabuena.


Pbro. Leonardo Castellani

"La filosofía… siempre ha cantado en contrapunto".

viernes, 23 de marzo de 2012

Elementos de Metafísica (para imprimir)

Leonardo Castellani, "Elementos de Metafísica"

Profeta de desgracias

Es desagradable ser profeta de desgracias, y paga mucho más ser profeta de venturas; y yo pido a Dios me haga mal profeta de desgracias. Pero la destrucción de la tradición en Occidente es una cosa que está allí delante, y cerrar los ojos ante ella es como cerrar los ojos andando por la calle.

Abrir los ojos puede ser un remedio en todo caso, por aquello de que «La primera medicina es saber la enfermedad» (...) La Humanidad camina hacia la resolución del gran drama de la Historia, drama que tiene un protagonista y muchos antagonistas (...) La situación actual del mundo, eso que llaman la «crisis contemporánea», es la de una destrucción progresiva de la tradición occidental y de una defensa de ella.

San Agustín y nosotros

viernes, 16 de marzo de 2012

Respeto a las palabras

El hombre es el animal más social que existe, dice el Filósofo, a causa de la palabra. Siendo pues la palabra causa de la sociabilidad e instrumento de la convivencia, hay que respetarla. El que no la respeta se llama (gradualmente) inculto, insincero, falso, mentiroso, embaucador, felón y perjuro, nada menos. El primer malentendido internacional que existió en la historia, ocurrió, según cuentan, en la Torre de Babel, a causa del falseo de las palabras; porque empezaron los constructores del primer rascacielo a llamar ladrillo a la cal, cal a la cuchara, cuchara al andamio, andamio al cimiento y cimiento al ladrillo, con lo cual se pelearon, y en vez de hacer entre todos la torre que rascase el cielo, empezaron a construir muros y fosos para separarse unos de otros. Muchas otras veces después de eso (y ahora entre ellas), el mundo se ha encontrado en una babel universal a causa de ese persistente prurito que tienen los mortales de rascar el cielo, de lo cual viene la confusión de las palabras; y de ahí, muchos otros males. [En el blog de CabildoSeguir leyendo.]

jueves, 15 de marzo de 2012

In Memoriam

Leonardo Luis Castellani (1899-1981)
ermitaño urbano, sacerdote de Cristo 
poeta, escritor, pensador



Yo le he dado a la muerte una cita,
y estoy segurísimo de que ella acudirá
¿Estará muy lejos o estará cerquita
o a medio camino? No sé; más vendrá.
¿Vendrá una mañana de la estación nueva
o en noche de invierno, que haya viento y llueva?
¿Vendrá en el desierto, vendrá en el boscaje
en la celda limpia o en el hospital
o en la travesía de un país salvaje
o bajo las ruedas de un auto animal?
¿Vendrá enguirnaldada como una oropéndola
que mis ojos se alegren en viéndola
o vendrá enlutada y encapuchunada
las manos con uñas y la boca helada?
Y la boca helada ¿será como fiebre
con las llamaradas acres de la fiebre
¿O ungirá sus labios como un panal ático
con las dulcedumbres del Santo Viático?
¿Vendrá cuando aún dura la rosa en mí vana
de la juventud?
¿O cuando se inclina la cabeza cana
hacia el ataúd?
¿Vendrá por la noche, o por la mañana?
Como quiera que venga es mi hermana.
Y yo la conozco, no me asustaré
pues no habré perdido mi amor y mi fe.
Me trae en su mano, seca y perentoria
la llave con forma de cruz de la gloria.
Vendrá, eso es seguro, es fatal.
Trabaja, Leonardo, prepara la veste nupcial.

Homenaje de Juventutem

JUEVES 15 DE MARZO DE 2012

Padre Leonardo Castellani, a 31 años de su muerte



En el día de hoy se cumplen 31 años de la muerte del Padre Leonardo Castellani, quien fue sin duda uno de los más grandes pensadores católicos de nuestra querida patria. Desde Juventutem Argentina queremos rendirle nuestro humilde homenaje y pedimos elevar a Dios una oración en acción de gracias por habernos enviado tan magno profeta.



Puede ver aquí el homenaje realizado el año pasado por el Programa "Claves para un Mundo Mejor”.

infoCaótica: Gracias Jerónimo

infoCaótica: Gracias Jerónimo: Hoy se cumple el trigésimo primer aniversario de la muerte del padre Leonardo Castellani. Roguemos por su eterno descanso y demos gracias ...

“Deja que los muertos sepulten a sus muertos”

EL CRISTIANISMO ABSOLUTO

Hay una respuesta ruda de Cristo, que muchos no entienden, a un joven que quería ir a sepultar a su padre. En realidad, hay tres respuestas rudas a tres casos análogos (Lc.9, 57-62):
− “Deja que los muertos sepulten a sus muertos”, ¿qué quiere decir eso? , me preguntó un distinguido médico, hoy finado. Se lo expliqué bastante mal.

STAT VERITAS: “Todo esto te daré si postrado me adorares”. Sermó...

STAT VERITAS: “Todo esto te daré si postrado me adorares”. Sermó...: La tentación de la humanidad hoy es realizar un reino sin Dios, sin Jesucristo. Es la ciudad del hombre contrapuesta a la ciudad de Di...

miércoles, 14 de marzo de 2012

A 31 años de su muerte, homenajean al padre Castellani

A 31 años de su muerte, homenajean al padre Castellani

Buenos Aires, 13 Mar. 12 (AICA)

El jueves 15 de marzo se cumple el trigésimo primer aniversario de la muerte del escritor y pensador católico padre Leonardo Castellani, y el Comité Ejecutivo de la Exposición del Libro Católico vuelve a rendir un homenaje a su memoria por medio de la 18ª entrega de la Faja de Honor que lleva su nombre, destinada a premiar obras editadas durante el año 2011 en su primera edición.

Dicha Faja tiene, además, la finalidad de “alentar a los autores argentinos cuyas obras merezcan tal aliciente y estimular a quienes continúen con su labor la línea vigorosamente sostenida por el padre Castellani a lo largo de toda su vida, al servicio de la Iglesia y de la Patria”, señala la convocatoria.

El jurado está integrado por los profesores José María Castiñeira de Dios y Enrique Mario Mayochi, y el presbítero Danilo Eterovic Garrett.

Todas las distinciones se darán a conocer el lunes 3 de septiembre de 2012 a las 19, en el acto de apertura de la XXIV Exposición del Libro Católico, que se realizará en la Casa de la Empleada – Obra de Monseñor Miguel de Andrea (Sarmiento 1272, Buenos Aires).

El ámbito para la elección de los trabajos que resulten premiados es amplio, y no tiene limitaciones por materia ni forma de trabajos (ensayos, narrativa, teatro, poesía), deberán ser obras editadas en su primera edición y el contenido debe constituir un aporte a la cultura nacional, coincidente con los valores en que se funda la civilización cristiana.

El plazo de presentación vencerá el 30 de junio de 2012. Los autores podrán presentar directamente sus obras en la Casa de la Empleada o enviarlas por correo a Sarmiento 1272, 1041 Buenos Aires, a nombre de: Faja de Honor “Padre Leonardo Castellani”.

Informes: Tel. (011) 15.4470-7734; correo electrónico: info@librocatolico.com.ar ; página web: www.librocatolico.com.ar www.facebook.com/exposiciondellibro.catolico +

AICA - Toda la información puede ser reproducida parcial o totalmente, citando la fuente.

LEGIÓN CATÓLICA: PADRE LEONARDO CASTELLANI, UN PENSADOR POLÉMICO

LEGIÓN CATÓLICA: PADRE LEONARDO CASTELLANI, UN PENSADOR POLÉMICO: Por: Carlos Sforza Castellani brilló con luz propia desde muy joven. Estudió en nuestro país y se perfeccionó en Europa, donde fue discípulo...

lunes, 12 de marzo de 2012

El orden, la iniquidad y la decadencia de Occidente

SÁBADO 5 DE FEBRERO DE 2011


P. Leonardo Castellani: El Orden, la Iniquidad y la decadencia de Occidente.

Hay algo que ataja la manifestación y el triunfo (la gran Apostasía) del Anticristo; cuyo espíritu sin embargo ya entonces está en obra; como ya nota también San Juan: "muchos se han hecho ahora Anticristos". Ese algo San Pablo lo pone en neutro y en masculino, participio presente: Lo que Ataja y El Atajador. San Pablo había dicho a los cristianos de Tesalónica qué cosa era ese Obstáculo-Obtaculizante misterioso; "a ellos sí, pero no a nosotros", exclama San Agustín. Sin embargo él, como los demás antiguos padres, vieron el Obstáculo en el Imperio Romano, que con su organización política, su genio jurídico, su disciplinado ejército y su férrero orden externo, impedía la explosión de la Iniquidad siempre latente; y en el masculino participio presente, al Emperador.

Tanta fue así que al periclitar y disgregarse el Imperio de Roma bajo las invasiones bárbaras, y al disminuir gradualmente la autoridad de los Emperadores, ante la asunción del poder absoluto por los reyezuelos comandantes del Ejército, en grandes fragmentos del Imperio, creyeron los cristianos cercano el Anticristo. Cuando la segunda invasión y saqueo de la Urbe por los vándalos, San Jerónimo desde Belén escribe a Ageruchia que probablemente están cercanos los tiempos novísimos y el Anticristo.

No se reveló el Anticristo. Y entonces la exégesis patrística rectificó su punto de mira sin abandonarlo: el Imperio Romano es el Obstáculo;pero no propiamente su Emperador personal, sino su estructura formal, el Orden Romano, que se conserva y aún se completa en la inmensa creación político-cultural llamada la Cristiandad europea. Newman admite que el Imperio ha durado hasta sus días, en los "diez Reinos" que de él brotaron; e incluso un "Emperador de los Romanos" ha habido siempre hasta la Revolución Francesa, nominal al menos y no sólo nominal en los más grandes dellos, Carlomagno y Carlos Quinto. Napoleón Bonaparte quitó su título y su poder al último Rey del Sacro Imperio Romano Germánico, Francisco II de Austria, creando en 1806 la Confederación del Rhin, preludio de la inminente hegemonía de Prusia. Santo Tomás en su Comm. ad Thess. II,después de preguntarse: "El Imperio Romano cayó y no se reveló el Anticristo..." responde tranquilamente: "El Imperio no ha desaparecido", y se remite al Sermón de Pascua de San Gregorio el Magno.

El orden más o menos imperfecto pero vigente desta que llaman hoy la Civilización Occidental atajó hasta hoy la inundación de la Iniquidad. Hoy vemos dos fuezas universales poderosísimas, Capitalismo y Comunismo, en la tarea de destruirla; aunque el Capitalismo diga que su intención es defenderla; pues tiene la insensata pretensión de conservar sus frutos destruyendo su raíz; o para hablar como el Evangelio: quiere primero la Añadidura y después el Reino de Dios; o sin el Reino de Dios.

Ésta es la interpretación más sólida y respaldada del Katéjon de San Pablo (...)

P. Leonardo CastellaniEl Apokalypsis de San Juan.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Lanzamiento editorial: "Celebración del Padre Castellani"

Celebración del Padre Castellani

Cover for 'Celebración del Padre Castellani'
By Jack Tollers
Rating: Not yet rated. 
Published: March 06, 2012 
Words: 88298 (approximate)
Language: Spanish


description

En 1993 todavía quedaban vivos unos cuantos que lo habían conocido al Padre Castellani (fallecido en 1981). Total que entre los que lo conocieron personalmente y los que conocen bien su obra se armó una juntada en dos días memorables dedicados a recuerdos y reflexiones en torno a la vida y obra del eximio sacerdote argentino. Aquí la transcripción de cuanto se dijo. 


http://www.smashwords.com/books/view/139459

Sobre Tomás de Aquino, en su día

Tomado de Suma Teológica, Editorial Club de Lectores (Buenos Aires, 1944). Nueva versión sobre el texto latino, con notas, explicaciones y comentarios por Leonardo Castellani, S.J.



ANTEPROLOGO (1)

I.- Razón de este trabajo.

Viajando por nuestro país nombré una vez a Tomás de Aquino; y un compañero de tren me preguntó con toda seriedad si ese Aquino era de Corrientes. Porque, en efecto, Aquino es apellido correntino.

Se podía responder que no con una sonrisa. Pero también se puede responder con más profundidad aunque con menos sencillez: "Sí señor, Tomás de Aquino es de Corrientes. No está en las listas del Senador Vidal. Pero fue uno de los maestros de San Martín y del Sargento Cabral."

Tomás de Aquino es de toda la Cristiandad entera, aún en sus rincones mesopotámicos, y sobre todo de esta cristiandad latina a que tenemos el honor y el riesgo de pertenecer. El Senador Vidal, como todo correntino, debe tener mucho de tomista sin saberlo, porque nadie puede sustraerse a una tradición secular. A través de la Orden de Predicadores, de las otras órdenes religiosas, de la Jerarquía católica, del clero secular y de los conquistadores, la Suma Teológica del Aquinense se instiló en el Nuevo Continente inspirando costumbres, leyes, actos de gobierno, hábitos mentales y maneras de hablar. "Es increíble la cantidad de latín que hay incluso en el lunfardo de un reo de la Boca y en la lengua turfística de un sportsman de Palermo" - ha dicho Eugenio D’Ors (El Debate, Madrid, 20 de junio de 1934).

Esa lengua latina que impregna como un mantillo húmedo las raíces de nuestro romance castellano -y sin cuyo conocimiento al menos en las élites intelectuales nuestra lengua degenera necesariamente- fue rechazada de la enseñanza por los hombres del '84 sin que se pueda asignar para ese fenómeno hoy día ninguna razón perceptible; puesto que en esto no imitaron según su costumbre, ni a Francia ni a los Estados Unidos. De modo que la Summa del de Aquino, que está más honda en nuestra nacionalidad que los mismos Aquinos de Corrientes, fue sustraída en su texto original hace 60 años a la incipiente alta cultura argentina. ¡Y así le ha ido a ella desde entonces! Y ahora hay que traducirla como se pueda a la lengua vulgar. Paciencia. No hay mal que por bien no venga. Puede ser que sirva como instrumento de comunicación hispano-americana.

"He aquí que de nuevo en 1944 -escribe la revista Moctezuma, de Méjico- van saliendo de las prensas argentinas los volúmenes poderosos de su obra magna en lengua de Castilla. En otros tiempos, cuando Occidente era Cristiandad, un occidental que no supiera latín era considerado un primitivo. Hoy, que se nos ha quebrado en pedazos la herencia de muchas generaciones... nos parece primitivo el que sabe latín; progresista el que posee una radio Philco y un Ford V 8.

"La Suma Teológica fue una de las más poderosas contribuciones a la culminación de la unidad occidental. Unidad que era idea antes de ser hecho. Cuando todo Occidente -desde Oxford a Mesina y desde Salamanca a Nuremberg- estudiaba la Suma sin pensar que Tomás era fraile o italiano o escribía en latín, existían valores superiores a esos instintos carniceros que nos encierran hoy en fronteras de montes o de ríos, de lenguas o de razas, para odiar o explotar más cómodamente a los que viven al otro lado..."

II.- Lo que es el Autor.

El Pbro. Dr. Nicolás O. Derisi nos ha vertido un libro de Jacques Maritain, El Doctor Angélico, donde está contenido todo cuanto hace falta saber del hijo de los condes de Aquino; como hombre, como Santo y como Doctor.

Santo Tomás de Aquino es un milagro de la Providencia, nacido para llenar una misión intelectual que había de extenderse a todos los siglos, y prevenido ende para ella con dones tan extraordinarios de natura y de gracia que a los que tienen la dicha de conocerlo aparece como una gran montaña del mundo moral. Esa especie de gran Angel sereno y activo, con sangre de reyes y cuerpo robusto de guerrero teutón que enseñó en Colonia, París y Nápoles, el triángulo de la Cristiandad Trecientesca, y recorrió en mula o a pie todos sus caminos, con los ojos grandes abiertos sobre todas las cosas y todos los libros, sorbiendo el alma y la entraña viva de los libros y las cosas, infatigable devorador del SER, que es el alimento insaciable de la inteligencia, la vida más vida que hay en nosotros... Hacer un recuento de esa grandeza, ni aún en tenue silueta, nos resulta imposible: y por eso nos referimos al libro de Maritain. Una imagen alegórica de la misión intelectual de Santo Tomás en el mundo, realmente hermosa, fue diseñada en forma de Auto sacramental o Misterio por el poeta Enrique Gheón (2), traducido hace poco al castellano por J. del Rey y J. Mejía con el nombre de La Gloria de Tomás de Aquino.

Pondremos aquí sólo un cuadro sinóptico de su vida y otro de sus obras para comodidad de nuestro lector de la Summa.

III.- Lo que es la Obra.

El espíritu de ciencia y de inteligencia para la sabiduría de las cosas divinas que el Verbo prometió a la Iglesia, se derramó en los primeros siglos en la obra varia y tumultuosa de los Santos Padres, brotada primero de la polémica con los herejes y rebalsada luego en caudalosos remansos doctrinales. La Edad Media heredó esa enorme masa de ciencia sacra, que incluía la ciencia profana (no profanada aún en aquel entonces) y que tenía como fermentos poderosos las reliquias de la filosofía pagana y la ardiente contradicción de la contemporánea especulación mahometana y judía. San Agustín, Aristóteles, Averroes, y Salomón Maimónides simbolizan el momento intelectual de la Alta Edad Media. De aquesa masa que por momentos parecía corrompiéndose más que fermentando (y de ahí los anatemas a Aristóteles y a los estudios racionales de prelados más celosos que sapientes) había que hacer pan de palabra divina a los pequeñuelos. Aquella gente a la vez infantil y gigantesca, llena de fuerza y de candor, aquel 'Moyen Age énorme et délicat' emprendió fervientemente la tarea. Fue el tiempo de las "Sentencias" y de las "Sumas".

El doctor Juan P. Ramos ha explicado entre nosotros en tres doctas conferencias el alma, el mecanismo vital y el método tan natural como profundo de la "Universidad" medieval. La flor de esa Universidad es la Summa del Aquinense.

Tanto la Iglesia como la Monarquía necesitaban "letrados", que conociesen éstos la Escritura, aquéllos el Derecho Romano. Por tanto, ni el Rey hacía magistrados, ni el Papa obispos y curas, por regla general, sino al que acreditase ciencia profana o sacra: no se daban "puestos" sino a quien fuese un "letrado" -tipo humano especial cuya lamentable degeneración conocemos hoy día con el nombre de "intelectual"-. Un Juan de Salisbury (Johannes Parvus) salía de la Universidad con un enorme volumen titulado Polycráticus, se lo mandaba con una dedicatoria al Rey de Romanos, y a vuelta de chasque le venia el "nombramiento" de Arzobispo de Chartres.

Ni la Iglesia ni el Rey soñaban no obstante en "monopolizar" la enseñanza y fabricar ellos los "letrados": al letrado lo fabrica el sabio, y su propia vocación y total dedicación a las letras. Les convenía que hubiese sabios en sus reinos y que nadie los estorbase, al contrario. Como esos reyes sabían bien su oficio de Rey, sabían honrar como se debe a los que sabían bien su oficio de sabios; y así Luis IX rogaba a su mesa al fraile fornido y moreno, que no hablaba más que latín y napolitano, y que se abstraía durante la comida y dando de pronto un puñetazo en la mesa gritaba: "Esto es definitivo contra los maniqueos"; sobre lo cual el Rey sonriente mandaba traer al punto vitela y tinta para anotar el topado argumento decisivo. El rey veía en el fraile un ministro de Dios; y el fraile veía claramente en el rey la espada de Dios. Dichosos los puros de corazón porque ellos verán EN Dios.

Así pues en el Barrio Latino, sobre la colina de Santa Genoveva, a la orilla izquierda del Sena, se aglomeraba y bullía el mundo pintoresco de los maestros de toda laya en medio del hormigueo de los estudiantes de todo pelo y pueblo, sobre los cuales el Rey había puesto una especie de intelectual Sub-Rey, un Sabio entre los Sabios, que tenía el poder de azotar y hasta de imponer poena cápitis a los suyos; poder este último que no usó casi nunca. "Studium Generale!" "Universitas Studiorum!" Era toda una institución, que tenía su fuerza propia y privativa, que podía hacer temblar a los poderosos del dinero y de la espada, incluso de la espada espiritual, y que ocupaba una tercera parte de los pensamientos del Rey y del Papa, aunque no les gravaba para nada la Hacienda ni el Tesoro. Hoy día es al revés: la Universidad gasta mucho y puede poco, su luz es más sin fuerza que la luna; y entre nosotros su pobre luz prestada parece más bien a ratos el resplandor fosforescente que brota de los cadáveres.

Pedro el Lombardo, que recitaba todos los Santos Padres y sabía el hebreo como un rabino, poseía un galpón cualquiera, o un patio abovedado. Se sentaba en un sillón frailero puesto encima de dos arneses, mientras los discípulos se amontonaban en taburetes y los más pobres en montones de paja, algunos tirados pecho a tierra con la nariz en los papeles, escribiendo como demonios, mientras en la puerta se agolpaban de pie caballeros y nobles y algunas veces asomaba discretamente un obispo extranjero; y en el silencio profundo donde reinaba la voz chillona del Maestro de las Sentencias había novecientos alumnos. Si el Maestro se volvía a tomar un manuscrito, surgía un rumor espeso como el suspiro de un monstruo, un cuchicheo como el de la lluvia; pero mirando él a su público, ni la menor palabra se escapaba, pues los mancebos sabían bien lo que son 25 colas de gato y el Lombardo no sabía de bromas. Un día en medio de la "lectio" llegó un faraute con una bula del Papa refrendada por el Rey y el fornido lombardo dejó su asiento de dos arneses por la silla archiepiscopal de París, que en aquel tiempo era como ser Vice-Papa.

Por la mañana la "lectio", por la tarde la "disputatio", los dos ejercicios escolares fundamentales que menciona Santo Tomás en su Prólogo.

"Lectio" (pr. léccio) significa lectura. En aquel tiempo no había imprenta, los libros eran pocos, la memoria humana era mayor; y quizá también (hablando en general) la inteligencia. Los maestros tenían libros, que eran sus instrumentos, su capital y su tesoro; Santo Tomás dijo una vez que daría la ciudad de París por un manuscrito del Crisóstomo. El Maestro se sentaba en alto, y empezaba simplemente a leer su libro, el De Trinitate de San Agustín. Pausadamente. Todo. Tanto el texto coma las notas marginales suyas, deteniéndose a momentos para añadir otra nota o hacer una observación exegética; y los discípulos ¡COPIABAN TODO! ¡Qué memorismo!, diría una maestra normal de hoy. Ese era el tipo general de enseñanza. Pero Pedro el Lombardo había inaugurado una enseñanza más compendiosa y nerviosa: en vez de leer el texto patrístico entero había coleccionado las sentencias más notables, los dichos capitales que contenían o rozaban un dogma, o que encerraban herejías aparentes, contradicciones, antinomias, aporías, problemas. Como un albatros sobre el mar, su memoria inmensa cernía sobre los escritos patrísticos buscando el pejerrey del punto duro. Y así la "lectura" se convertía en preparación inmediata de lo que era lo esencial de la enseñanza medieval (y de toda enseñanza propiamente filosófica), a saber, la "disputatio".

Por la tarde, uno de los mejores alumnos se sentaba al lado del Maestro y proponía en voz resonante una "Quaestio disputata"; por ejemplo:

"Si Adán no pecara, ¿la virginidad religiosa sería siempre preferible al estado conyugal?"

Respondo que no; porque San Pablo (2ª Corintios, quinto) al recomendarla dice: "propter instantem necesitatem" y San Agustín, en el De bono pudicitiae, dice que la oblación del cuerpo sexual no es posible sin la gracia sanante ni sería meritoria sino como reacción heroica contra la tiranía de la actual concupiscencia. Por lo cual el Divino Maestro decía: "Sed hoc non omnes capiunt".

Entonces se levantaba uno del coro y con voz no menos juvenil trompeteaba en latín macarrónico:

"Veniâ Reverendi Moderatoris cunctorumque adstantium, contra thesim in quâ tenes:
"Si Adam non pecasset", etc.... 
"Sic arguo:
"¡Virginitas esset quandocumque preferenda castitate conjugali!"

Porque: el mayor sacrificio que se ofrecía a Dios en la Antigua Ley era el holocausto, por el cual se destruye completamente un animal limpio. Ahora bien, el hombre es mortal en cuanto al cuerpo, y, sin embargo, todo su Yo, cuerpo y alma, elementos inseparables, tienden con toda su fuerza a la inmortalidad; y así el cuerpo animado tiende con fuerza enorme a la inmortalidad por la progenie, inmortalidad carnal de la especie y no del individuo, débil sustituto natural de la sobrenatural resurrección de la carne. El mayor sacrificio que el hombre hace a Dios es su vida, consta por Jo. XV, 13; pero por el voto de castidad el hombre se mata en cierto modo, renunciando a esa inmortalidad carnal del amor humano. Luego, en cualquier caso, aún en el estado de natura íntegra, la virginidad por motivo religioso hubiera sido estado superior al casto matrimonio, como el holocausto del cordero es acto de religión superior a su recto uso.

El sostenedor repetía la objeción reducida a tres limpios silogismos; otro arguyente y otro y otro se levantaban a romper lanzas. La muchachada aplaudía, se reía y gritaba, el Gran Bedel se las veía negras con su campanilla. Los italianos corregían a gritos los errores de gramática, los españoles pateaban y se atusaban las nacientes perillas, los ingleses decían flemáticamente, hear! hear!, los tudescos, que se ponían siempre juntos en un rincón, rubios y grandotes, eran famosos por sus carcajadas. Los gordos bedeles circulaban todos colorados entre las filas con sus temibles varas de mimbre; y parecían barriles de aceite echados al mar, se hacía calma súbita donde pasaban, porque el día de Disputatio Menstrua cualquier bedel tenía potestad de infligir una "sala", y una "sala" era cosa seria. Sobre un cartapacio de piel de cabra el Maestro anotaba tranquilamente en medio de la batahola el resumen de las objeciones.

Entonces se levantaba el sustentante y en pausado latín y clara prosa daba su razón fundamental, "probatio", la prueba de su tesis. Y después, tomando una a una las objeciones, concedía la mayor, transaba la menor, distinguía la menor subsunta, y por ende contradistinguía el consecuente o bien negaba la consecuencia. El entusiasmo ardía de nuevo y se trababan diálogos vivísimos mechados de interjecciones en todos los "dialectos" de la Grande Europa; y cuando después del solemne resumen y conclusión hechos por el Cancelario la multicolor escolaresca se volcaba como un torrente sobre el Quai Saint Michel y la Place de Sorbon, era seguro que la lista de tesis o "cuestiones disputadas" había sido vuelta y revuelta en todos sentidos y el entendimiento se había tendido al máximo, como las fuerzas y destreza de un caballero en el torneo.

La discusión es absolutamente necesaria en filosofía, cuando menos como método didáctico (3). Nadie puede enseñar "la filosofía", se puede enseñar a filosofar. Filosofar es ejercitar la propia razón sobre los primeros principios hacia las últimas razones de las cosas; y eso no es lo mismo que repetir de memoria los razonamientos de los filósofos puestos en fila, como pasa en muchas cátedras no muy lejos de aquí mismo. El argumento de autoridad tiene máximo peso en Teología, cuando se trata de la Autoridad Revelante; pero tiene el último lugar en filosofía, donde no basta el "Autos efa", "el Maestro lo dijo", de los Pitagóricos. Algunos dicen que la polémica es indigna del fibósofo; la polémica le será indigna, pero la crítica le es indispensable. El libro que para muchos es el pórtico de la filosofía moderna, la Primera Crítica de Kant, pese a su forma expositiva, es una discusión disimulada, donde los argumentos contrarios están implícitos o reducidos a antinomias o antitesis. Los 3.112 artículos de la Summa son discusiones en resumen. Habiendo usado ya el método expositivo en sus comentarios a Aristóteles y un método semipolémico en la Summa contra Gentes, el instinto poético del Santo Doctor designó calcar su "libro de texto" teológico sobre la práctica pedagógica de la "disputatio", imitando la "via inventionis" de la verdad por el intelecto humano; al mismo tiempo que en la disposición de los artículos empleaba el camino analítico, la via expositionis.

Esta idea fue un hallazgo genial. Como él lo nota en su prólogo, la lectura comentada de los Padres era engorrosa por las repeticiones y confusa por la falta de orden lógico; mientras que la "disputatio" dejaba lagunas, y se enardecía sobre puntos de menor importancia. El Lombardo había tratado de combinarlas en un cuerpo de doctrina con su selección de "Sentencias", que el mismo Tomás había comentado en una vasta obra de juventud, que fue preparación de la Suma (4). No era bastante. Dominando con su mente arquitectónica el boscaje de las "cuestiones cuodlibetales" que él reduce analíticamente a sus primeras raíces, y calcando después la exposición de ellas sobre la misma vida intelectual de la época, en forma de fingida disputa, la Summa surge como una inmensa catedral gótica: catedral que es simple en el centro, donde como en un Sagrario late la pregunta eterna del Santo: "¿Quién es Dios?"; inmensamente varia en la superficie, cubierta por la procesión de todas las criaturas.

Los que no pueden ver más que la superficie, se pueden perder en ella. Hipólito Taine, en unas páginas de increíble superficialidad, se escandaliza de la "inutilidad" de muchas cuestiones de la Suma, y no se arredra de emplear la palabra "imbécil" hablando de uno de los genios reconocidamente más grandes del Universo (5). El renovador de la moderna crítica literaria, el asombroso perito en libros, el implacable disecador de la Revolución Francesa, comete aquí un traspié de esos que los españoles no se sabe por qué llaman garrafales. Santo Tomás hubiera triunfado de él modestamente diciendo que justamente por ser un contemplador de lo concreto es inapto a filosofar, porque de lo concreto no hay ciencia sino a lo más una virtud intelectual inferior llamada perspicacia. "Socrates et album non est vere ens neque vere unum!"

Pero nosotros tenemos derecho a pedir más, no al pobre filósofo de L’Intelligence, pero al crítico literario de la Histoire de la Littérature Anglaise. Muchas de las cuestiones que él pone como ejemplo de inútiles y estúpidas y mancha con burla fácil de enciclopedista, representan problemas eternos de filosofía, debatidos hoy día con palabras más abstrusas y forma menos pintoresca, debatidos por Taine mismo. La cuestión que pusimos arriba sobre la virginidad y el matrimonio, que no está en la Suma pero sí en el Maestro de las Sentencias, tenemos una bibliografía de más de cien libros actuales sobre ella, desde Lutero, por Freud, hasta el monstruoso La chasteté perverse, de Boivenel, que la discuten con más encarnizamiento, y menos limpieza que antes. El mismo Taine la ha discutido sin darse cuenta; con la diferencia de los antiguos que aquéllos eran claros y la resolvían, y él es oscuro y encima no puede resolverla ni de lejos.

Es que la humildad de la ciencia antigua desconcierta a la ampulosidad del cientifismo moderno. No hay nada que se parezca más a lo simplón que lo simple; porque los extremos se tocan y la suprema sencillez del genio puede parecerse por momentos al simple devaneo del niño. Pero un gran crítico literario debe distinguirlos; y aquí le falló a Taine su crítica, a causa de su rígido espíritu de sistema, de su ignorancia filosófica y de sus prejuicios vehementes de hombre "positivo".

Que la escolástica haya disputado cuestiones meramente académicas o de puro virtuosismo dialéctico o conceptual, es obvio; no hay ciencia alguna en estado floreciente que no se vaya algo "en vicio", sin contar las cuestiones sistemáticas o ténicas (como la fijación del vocabulario), que no interesan al de afuera, pero son necesarias adentro, como el afilar un obrero la herramienta. La socorrida cuestión de "Si infinitos ángeles caben en la punta de un alfiler", citada comúnmente como ejemplo de ridículo bizantinismo, envuelve en sí nada menos que el problema metafísico del espacio, puesto en solfa y como en juego. Debe recordarse que aquellas mentes medievales eran sanas y juveniles, y no un vitriólico pedante cansado de la vida como Taine. Sin embargo, Santo Tomás es entre todos los escolásticos el más sobrio y serio, y menos amigo de hacer parábolas como la del "asno de Buridán". ¡Quién le iba a decir a él cuando reprendía a Platón "de tener mala manera de enseñar, porque habla demasiado alegóricamente", que andando los siglos le iban a dirigir a él la misma reprensión aunque con diferente causa!

En el prólogo del tomito IV de esta traducci6n veremos un ejemplo de este modo concreto de tratar los problemas filosóficos en la sorprendente cuestión "De si en el estado de natura íntegra nacerían solamente varones". En esta duda más bien chusca está encerrada la difícil cuestión de la diferencia caracterológica de los sexos, debatida hoy, por ejemplo, por Ludwig Klages en Grundlagen der Charakterkunde, cap. VI.

La última razón de esta forma juvenil y poética de discurrir, no es solamente la frescura de la mente medieval (pues bien en abstracto discurre Tomás en sus magnos comentarios a Aristóteles) sino el hecho de que la Teología es concreta y en la Suma los problemas filosóficos están ordenados a los teológicos (6).

IV.- Lo que no es la Obra.

Santo Tomás es un hombre a quien se le puede pedir mucho; pero siendo nada más que hombre no se le puede pedir todo. No se le puede pedir, por ejemplo, que sea infalible; no se le puede pedir que resuelva explícitamente los problemas que en su tiempo no existían; no se le puede pedir la misma certeza en todas sus conclusiones, la misma suprema elegancia intelectual en todas sus cuestiones. Creyó, por ejemplo, que lo que es hoy el Dogma de la Concepción sin Mancha era una opinión solamente, y la menos probable, o por lo menos no lo vió claramente (ver S. Th., III, c. 27); falla que Dios permitió quizá para que no presuma un hombre, aunque sea un águila del pensamiento, contener él solo el depósito de la revelación divina, que está prometido solamente al Cuerpo Total de la Iglesia viviente y perpetua.

El entendimiento del hombre está unido a un cuerpo, que está en el espacio, y por ende en el tiempo; todo filósofo, por inmortal que sea, está tocado de temporalidad. ¡No le pidamos a Santo Tomás que viva a la vez en el siglo XIII y en el siglo XX! Justamente es de todos los siglos porque vivió a fondo su siglo XIII -lo vivió intelectualmente, que es la más alta manera de vivir-; pero no es de todos los siglos de la misma manera. Su mente es tan arquitectónica, sus intuiciones tan profundas y penetrantes, su sistema tan vasto, coherente y flexible, que realmente fué en un momento toda la filosofía y será por todos los siglos el representante quizá más completo de la Philosophia Perennis, de tal modo que no parece posible surja en lo filosófico prolongación o progreso alguno, que no sea posible injertar o integrar en ella. Pero en él la filosofía no era una edición ne varietur, una Biblia protestante, un depósito muerto de verdades definitivamente formuladas, como la tabla de multiplicar: ¡era una vida! ¡Insistió tanto él mismo en la penuria de nuestros conceptos, la intrínseca cojera del pensar discursivo, advirtió tantas veces que el sistema, necesario a la ciencia humana, no es más que un sucedáneo de la Idea pura, de la intuición angélica imposible al hombre! Pero evidentemente, después de decir que el discurso es una condición peyorativa de la existencia corporal y espacial de nuestra mente, tiene que entregarse al discurso y a veces por cierto lo hace hasta el punto de pasarse un poco a la embriaguez dialéctica. Sería cerrar los ojos a la evidencia querer negar que aquí o allá confía demasiado en algunas fórmulas, que sustituye en la explicación de los textos el artificio lógico a la razón psicológica o histórica, que desdeña un poco la región baja de las ciencias medias en su volar acucioso al ideal helénico de la ciencia pura, que después de advertir que los misterios no se comprenden ni demuestran, se pone (comprendedor incorregible) a dar demostraciones de la Trinidad que no son sino semejanzas; o bien pruebas congruas de la Encarnaci6n que son especie de poemas lógicos ad edificationem fidelium más aptos para la oración que para la apologética. El "intelectualismo" que le han incriminado Bergson y M. Seeberg no es un racionalismo, mil leguas de eso; pero su confianza absoluta de que la inteligencia y el ser son una cosa, "ens et verum convertuntur", de que no hay divorcio final entre la Vida y la Idea, le lleva a olvidarse a ratos de la oscuridad que infunde la materia a las cosas de este bajo mundo, a querer explicarlo todo, a racionalizar todas las enumeraciones, a poner a veces tranquilamente y sin decir ¡ojo! un orden ficticio, de tipo artístico, en los puntos impenetrables al ordenar científico, llevado quizá de ese instinto de simetría que movía al arquitecto medieval a poner estatuas donde no eran necesarias ni casi posibles. Estaba seguro de que la Inteligencia era la causa de todas las cosas y por tanto ¡todo tenía que tener explicación! "Era necesario que Cristo naciese de mujer y sin padre: porque Adán nació sin padre ni madre, Eva nació de varón sin mujer, nosotros nacemos de varón y mujer, luego era conveniente "ad decorum universi" que un hombre naciese de mujer sin varón", ¡para agotar todas las generaciones posibles! Explicaci6n de tipo meramente poético, donde la ciencia suprema, la Teología (como advirtió en la Prima Pars, c. 1, art. 9) toca con los pies la ciencia ínfima, la poesía, con la cual tiene de común el instrumento del símbolo.

Así como no se puede pedir a la Teología el método propio de las matemáticas, tampoco se puede pedir a Santo Tomás el aparato de la teología moderna. El teólogo medieval era un "comprendedor" apasionado, en tanto que el teólogo moderno parece más bien (no hablo de discípulos de Tomás como Billot) un "rememorador" minucioso y escrupuloso hasta el delirio, un custodio armado del hipogrifo del Dogma que jamás se le ocurre ponerle el freno para salir en él volando. El archivista ha matado al soñador y los tratados de Teología se parecen hoy mucho más a códigos que a poemas. Así, pues, no busquen en Santo Tomás, por ejemplo, las aparateras "notas" teológicas que pronunció Melchor Cano (De Locis) e introdujo la polémica con los jansenistas: "Esto es de fe y esto no es de fe; esto es de fe definida, de fe próxima a definirse, de fe por la Escritura, de fe por el magisterio común, de fe implícita; esto es conclusión teológica cierta, doctrina unánime de los doctores, sentencia común, probabilísima, más probable, probable, disputada." En la cuestión "De si negar las Nociones (de la Trinidad) es herejía", el Santo Doctor advirtió en general que toda proposición negante lo que está de algún modo conexo racionalmente con el Dogma, se reduce también de algún modo a la herejía, salva siempre la intención subjetiva; pero él no se aflige por distinguir en su inmenso tratado las diversos grados de conexión de las verdades con la Revelación: amasa tranquilamente todo lo que él tiene por verdadero en un solo bloque, que sería imprudente tener por monolítico; yuxtapone al dogma, la conclusión, la congruidad, la alegoría y hasta la conjetura; y al lado del teorema metafísico de que en el Angel la sustancia no se identifica con el acto intelectivo, estampa tranquilamente el loguema poético de que los querubines fueron creados en el Cielo Empíreo, confiando quizá demasiado en el criterio de su lector, incluso del lector de su tiempo.

Menos todavía se le puede pedir a Santo Tomás que haga un tratado magistral tan accesible como una novela, o que informe teológicamente a un sujeto impreparado. Es superfluo advertir aquí que la Suma es una obra científica, por más que el interés transcendente de sus cuestiones, sus vínculos con todo lo que hay de más humano, la modestia de su vestidura terminológica y el milagro de la claridad a que la llevó el genio del Aquinense puedan inducir en error a los incautos: porque, como notó Vázquez de Mella, la profundidad del pensamiento tomista no está tanto en las líneas cuanto en los blancos que hay entre ellas; quiere decir, en lo que suponen las líneas para ser entendidas en toda su fuerza, que es nada menos que la familiaridad con la filosofía aristotélica (7). De modo que dio más bien muestra de inteligencia aquella dama a quien Fray T. Pegues, o. p., prestó su traducción francesa de la Summa, la cual después de leer la Cuestión 3ª: "De la simplicidad de Dios", se la devolvió diciéndole que tenía bastante: "porque si ésta es la simplicidad de Dios, ¿qué será su complicación?" -dijo con todo buen sentido la buena señora.

Pero Tomás de Aquino no fue un filósofo solamente y si fue un gran filósofo era porque estaba por encima de su misma filosofía. No fue un solitario como Kant, ni un catedrático como Suárez, ni un reformador vagabundo como Descartes, ni un diletante de genio como Leibnitz: fue una especie de atleta intelectual, miembro de una orden naciente, metido en el vivo foco de la vida religiosa, política y social (que entonces eran una) de uno de los siglos más hervorosos que han sido: por lo tanto, en su obra maestra, pese a lo que pueda parecer, no hay nada de académico, nada de pura técnica y virtuosismo, nada de repuesto o de sobra, ni mucho menos los abismos de ignorancia que creyó ver, a través de la suya propia, el pobre Taine. Él sabe ser tan sutil como Escoto, pero no busca la sutileza por la sutileza; él es tan ecléctico como Suárez, pero tiene demasiada sangre para no preferir a los sabios resúmenes o tibios compromisos el avalance del propio pensar personal. En su catedral no hay criptas ni recovas y hasta el último capitel está sosteniendo algo; no hay adornos, contrapuertas ni falsas ventanas. Por cada artículo se entra a alguna parte, y detrás de muchos de ellos está guardando una Melisinda el Caballero de las Armas Verdes, hacha de todos los Taines y los Viejos Verdes, sólo superable por la divina obstinación del Enamorado.

R. P. LEONARDO CASTELLANI, S. J.
(Mar del Plata, Febrero de 1944, en el Instituto Peralta Ramos.)

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NOTAS
(1) Santo Tomás puso a la Summa un prólogo de 22 líneas, explicando su propósito. No es lícito pues ponerle otro prólogo, a no ser que sea un mero comentario o paráfrasis de la media página del maestro. Eso nada más quieren ser estas 22 páginas.
(2) "Le Triomphe de Saint Thomas d’Aquin", Revue des Jeunes, París, 1922.
(3) Ver "De si la doctrina sacra es argurnentada", I, c. 1, a. 8.
(4) In 4 Libros Sententiarum Commentarium.
(5) "Vous vous croyez au bout de la sottise humaine? Attendez encore..." (Histoire de La Litterature Anglaise, c. III, § VIII, pág. 225 de la edic. de 1866). Taine se hace allí una mezcolanza con toda la Edad Media bajo la etiqueta equívoca de "escolástica", mezcla de Sto. Tomás con Abelardo, Pedro Lombardo, Escoto, Roscelín, Bacon, Raimundo Lulio, Occam y aún con San Ignacio y Sta. Teresa, a quienes califica de "Edad Media que revienta espléndida y demente". Diderot, a quien él moteja cruelmente de superficial en la France Contemporaine, tomo I, no escribió páginas más frívolas ni botaratescas.
(6) Ver "De si la ciencia sagrada debe usar de metáforas y símbolos" - respuesta afirmativa, en 1ª, q. 1, art. 9. Es curioso que donde tropieza un gran crítico literario como Taine, ve claro y hace justicia a la Escolástica un pedagogo protestante, el Doctor Phil. Paul Monroe, profesor en la sección Magisterio de la Columbia University de Nueva York. Mejor fundado que Taine en Filosofía, percibe detrás de las cuestiones "pueriles" de la Escolástica: 1º, las más profundas inquisiciones acerca del ser, de la naturaleza de la realidad y del espíritu, de la esencia de lo divino; 2º, un propósito pedagógico de llegar con claridad a todas las mentes, aún a riesgo de exponerse al ridículo. En su clásico: Brief Course in the History of Education, dice así el profesor Monroe: "Hence such trivial or even sacrilegious questions as those which are so often quoted as indicative of the puerility and utter worthlessness of scholastic learning, in reality deal with subjects regarded as of vital importance in our own times, 'How many angels can stand on the point of a needle?', 'Can God make two hills without the intervening valley?', 'What happens when a mouse eats the consecrated host?' - all such questions conceal beneath their simple form the most profound inquiries concerning the relation of the finite to the infinite, the attributes of the infinite, the nature of reality. Give them a form that only the trained metaphysician can understand, and they constitutes the profoundities of modern thought; give them such form as the untrained adult or the youth just beginning his course of scholastic studies can comprehend and handle, and they form the alleged 'monstrosities' of the Schoolmen." (L.C.)
(7) Familiaridad que puede adquirirse meditando la Summa tan bien en cierto modo como leyendo a Aristóteles y mejor que leyendo manualitos.

martes, 6 de marzo de 2012

En memoria del camarada

Dichoso aquel que muere sobre un campo de guerra,
pero siempre que sea campo de guerra justa;
dichoso aquel que muere por diez palmos de tierra
donde pone sus plantas alguna causa augusta.

Dichoso aquel que muere por su casa y su tierra,
siempre sin haber hecho dolo ni fuerza injusta;
dichoso aquel que compra su tálamo de tierra,
que compra con su sangre la cama eterna adusta.

Dichoso aquel que muere por la Cosa Solemne,
aunque sea pequeña como un grano de anís;
dichoso aquel que muere para que quede indemne
la vida de un niñito, la gloria de un país;

Dichoso aquel que muere por algo que es perenne,
sea el Santo Sepulcro, Dulcinea o Beatriz…
O por un sol en campo de doble cielo y lis.

JERÓNIMO del REY