Punto de encuentro de todos aquéllos que estén interesados en vida y obra del Padre Leonardo Castellani (1899-1981)

Para comunicarse con nosotros, escribir a castellaniana1899ARROBAgmailPUNTOcom

lunes, 26 de marzo de 2018

Edición digital del "Catecismo para adultos"

FSSPX Actualidad

Padre Leonardo Castellani: Catecismo

Marzo 16, 2018
Padre Leonardo Castellani, Profeta de la Argentina (1899-1981).
El 15 de marzo de 1981 el Padre Castellani fue llamado a presentarse ante Dios. A modo de agradecido homenaje, comenzamos a reproducir una serie de textos de su autoría, recopilados en el libro "Catecismo para adultos", del año 1979.

Introducción

Yo di un Programa del Curso que tiene una serie de tesis, tesis que se deben probar. La Teología pretende ser una ciencia, una disciplina que prueba lo que afirma, que es la característica de las ciencias. Pero esa lista versa, sobre todo, sobre Jesucristo, la Trinidad y unos cuantos de los dogmas fundamentales como los novísimos. Es decir, una parte de la Teología, pero una parte fundamental sobre la cual las restantes tesis giran y dependen. De manera que voy a hacer un cursillo de Teología abreviado, porque toda la Teología no se puede enseñar aquí.
Los sacerdotes hacen cuatro años de Teología y antes tres de filosofía, encaminada a la Teología: Filosofía Escolástica, aunque sea una técnica que puede ser independiente y, antes aún, han estudiado cinco o seis años de latín. Porque toda la literatura de esta ciencia ‒o casi toda‒ está en latín. Así las obras fundamentales de los Santos Padres y también las obras modernas que deben estudiar los seminaristas. Los libros que hoy se publican en fran- cés o alemán son derivaciones de la Teología antigua y se supone que se sabe ésta. De modo que con toda esa enorme cantidad de estudio no crean que sabemos mucho; pero sabemos…
De modo que yo voy a hacer un cursillo de Teología nuclear, el nudo o la clave de la Teología que es Cristo, pero no voy a poder dar algunos tratados que se dan en los cuatro años de Teología, en que se estudian diez tratados. Por ejemplo, el tratado De Gratia Dei no lo voy a dar. Pero ese tratado presupone la existencia de Jesucristo y la impartición de la gracia por medio de Él en la Iglesia. Y así los Sacramentos también. Dependen de la autoridad de la Iglesia y la Iglesia depende de Jesucristo.
Cada año solíamos ver en el Seminario dos o tres tratados: p. ej., el tratado De Verbo Incarnato es el tratado sobre Jesucristo. De Deo uno et trino es el tratado sobre la Trinidad y De Ecclesia es el tratado que sigue. Pero insisto en que no puedo dar todos, sino abarcar lo fundamental. Hoy tengo que hacer una disertación preliminar, para que se tenga la base de lo que vamos a ver en el año.
Me decían que si era muy difícil la Teología, cuando me pedían que fundase una Facultad de Teología, y yo respondía que no podía ser. Ni yo solo ni aunque contase con otros diez profesores. Tendría que comenzarse por una Facultad de Filosofía. Y también estudiar antes latín. Me decían: “bueno…, entonces enseñe catecismo”. Y resulta que el catecismo es la Teología abreviada; es un resumen de la Teología, a veces para los niños chiquitos como el Catecismo Menor, o bien para la Segunda Enseñanza que es el Catecismo Mayor o de Perseverancia y otro para universitarios, que es el Catecismo más mayor todavía.
Entonces, hay Catecismos, como el que mandó publicar el Concilio de Trento por orden de Pío V, que es un catecismo grande, para los párrocos. Yo pensé que podría explicarles ese Catecismo, pero los salesianos que lo editaron hace unos 3 años, dicen que no queda un solo ejemplar. Pensé varias soluciones y no la encontré. Y me dijeron: ¿por qué no explica su Catecismo? Y resulta que mi Catecismo tiene muy poquito acerca de lo que tengo que decir. Sobre Jesucristo algo tiene, pero es muy poco para universitarios. Entonces decidí buscar mis cuadernos de Teología y sacar para el Curso todo lo que era acomodable. Y así fui preparando bastantes clases y completaré las restantes, que también son muchas.
Hay que decir lo que se presupone en las tesis de Teología. Se presupone, principalmente, la verdad divina de la Sagrada Escritura, porque las pruebas de las tesis teológicas comienzan por la prueba por la Escritura. Entonces se toman los versículos que prueban una tesis y así se tiene la prueba principal. Después viene la prueba por la Tradición, la de los Santos Padres de la Iglesia, sobre todo los más antiguos. Y después viene la confirmación por la razón. Muchas tesis son conformes a la razón, y se puede dar el argumento congruo o de congruidad. Congruo significa conveniente, lo que conviene. Es decir, se demuestra que lo que la tesis quiso probar es conforme a la razón humana y congruo o conveniente con el bien de la humanidad. De manera que se supone que la Escritura dice la verdad y no cualquier verdad, sino la verdad de la Revelación. Eso ya se supone en el primer curso de Teología, antes de entrar a la Teología propiamente dicha.
Hay un primer año ‒entero‒ en que se ve el tratado llamado “De Revelación”, en el cual se estudia la autoridad de la Sagrada Escritura. Y después se trata de Jesucristo como Mesías, es decir, Jesucristo como hombre (hombre Dios, desde luego) pero no se prueba, en esa etapa, que es Dios, sino simplemente el Mesías esperado por los Judíos, Esos son presupuestos de la Teología propiamente dicha. Se presupone que la Escritura dice la verdad divina y revelada. Ahora, ¿cómo sabemos eso? Lo sabemos porque Jesucristo lo dijo. El aceptó la creencia de los antiguos judíos de que los libros del Antiguo Testamento venían de Dios. Él hizo su predicación y sus discípulos escribieron sobre su predicación: hicieron crónicas sobre la vida de Jesucristo. ¿No hay un círculo vicioso en decir que la Escritura prueba que era Dios y que Jesucristo prueba que la Escritura es divina? No hay tal, porque Jesucristo probó por sus obras que El era Dios y luego en la Escritura se confirmó que Él lo era, sobre todo en las profecías que se cumplieron. Y de los profetas surge que Cristo era Dios, aunque eso del Verbo Encarnado, hasta que Jesucristo lo reveló, no se tenía muy en claro. Se sabía como entre brumas. Se tenían algunas sospechas. Pero hasta que Jesucristo dijo “Yo soy igual que el Padre”, “El Padre y Yo somos una misma cosa”, no se supo con toda claridad y eso, precisamente, es el fundamento de toda la religión cristiana.
De manera que si sabemos que la Escritura es divina por Jesucristo, si sabemos, hasta este punto, que Él era Dios o por lo menos un enviado de Dios que no podía mentir, por las obras que hizo.  Él lo dijo muchas veces: Operibus creditus (Creed a las obras) si no queréis creerme a mi.  Creed a las obras que el Padre está haciendo por medio mío.  Varias veces apeló a sus obras.  Vale decir, que su divinidad se prueba por su palabra y por sus obras, por todos los milagros que el Padre hizo por su intermedio, como resurrección de muertos, curación de enfermos, la caminata milagrosa, los panes milagrosos y todos los relatados en los Evangelios.
El milagro es el sello de Dios para revelar. Cristo tenía el sello de Dios acerca de su filiación divina, que es un misterio inmenso, que sin una prueba muy rigurosa no se puede creer. Es un gran misterio que, Dios se haya hecho hombre. También profecías que se cumplieron. La profecía es también una muestra del sello de Dios. Sólo Él puede conocer el futuro contingente, el que puede acontecer o no, el que depende del libre albedrío de los hombres. Ni el diablo ni los Ángeles pueden conocerlo. ¿Entonces, cómo sabemos que la Escritura dice verdad? Por Jesucristo. ¿Cómo sabemos que los Evangelios, que son la Escritura hecha por Jesucristo (dictada podríamos decir) son verdaderos? Hay que probar que lo que dicen los Evangelios es verdad, ya que las obras con las que Cristo probó su divinidad están contadas por los Evangelios. Si acudimos como prueba a las obras tenemos que probar, primero de todo, que los Evangelios son verdaderos. ¿Por qué son verdaderos los Evangelios? Son verdaderos porque son libros históricos. Después, sobre esos libros históricos los Apóstoles dijeron que eran libros inspirados por Dios.
Pero de momento, cuando nacieron, eran libros históricos, pero muy históricos, con una verdad histórica como no la tiene ningún otro libro. Ni Tácito, ni Suetonio, ni Tito Livio tienen tanto apoyo como la historicidad de los Evangelios, porque la historicidad de los Evangelios está garantizada por miles de testigos. Y sabemos que Tito Livio dijo verdad acerca de Roma porque escribió estando en medio de los romanos y podían desmentirlo, por lo menos en los sucesos más próximos. Nadie lo desmintió. Él se documentó con los viejos que conocían los sucesos antiguos y con las crónicas antiguas sin que nadie lo refutara.
De manera que tenemos a Tito Livio como un historiador verdadero. Los Evangelios están atestiguados por todos los habitantes de Palestina que oyeron a Cristo, en medio de los cuales los Apóstoles comenzaron después a recitar, a repetir los Evangelios y nadie los desmintió. Los primeros que los trataron de desmentir fueron los herejes que aparecieron en el Siglo II, cuando ya no había ningún Apóstol ni tampoco ningún contemporáneo de Jesucristo. Recién entonces, estos herejes comenzaron a negar el valor de los Evangelios. Y eso de negar el valor de los Evangelios es actualísimo, porque hoy tratan de hacerlo hasta vulgarmente, por parte de gente que no tiene ciencia ni autoridad para decir nada. Pero empezaron los racionalistas, sobre todo en Alemania y también en Francia un poco. Para ello los estudiaron y trataron de encontrar contradicciones entre un Evangelio y otro y contradicciones en un mismo Evangelio, o contradicciones con la razón, es decir, una cosa imposible contada por un evangelista.
Hicieron una obra inmensa de erudición de literatura exegética los llamados críticos o hipercríticos alemanes y apareció una verdadera escuela, que viene del protestantismo, naturalmente. Los Evangelios no fueron desmentidos cuando el desmentido valía. Ello era válido cuando vivían los Apóstoles y vivían los testigos coetáneos a Cristo. Entonces no se hizo ningún desmentido. Nadie, por mucho que odiara a Cristo, se atrevió a desmentirlo. Incluso no lo hicieron romanos como el filósofo Marco Aurelio, a quien no se le ocurrió decir que lo que contaban esos hombres era falso. Y esa es la razón que tenemos para creer en los Evangelios, que como vemos, son una verdad filosófica y no teológica. También lo es, por supuesto, pero que los Evangelios son libros históricos es una verdad filosófica y de ahí viene la necesidad de estudiar filosofía antes que teología, porque hay muchas verdades filosóficas que se apoyan en la naturaleza humana. De manera que para negar que las obras históricas acreditadas digan la verdad, hay que renegar de la naturaleza humana. Y eso se ha hecho también. Los escépticos niegan que se pueda saber algo con certeza. Escépticos los hubo desde antes de Cristo hasta nuestros días. Los Escépticos niegan todo. “La razón humana no puede saber nada”. Hay un libro que me regaló mi amigo Gamallo hace unos días, que se llama Que nada se sabe y es un libro antiguo, de un filósofo español del siglo XVI. No lo he podido leer todavía, pero se que no es un escéptico total, pero que niega las cosas de la ciencia de su tiempo. No sé si niega  la religión, supongo que no. En ese tiempo no existía el ataque a la religión. Que nada se sabe: eso es ser escéptico o agnóstico. Estos dicen que no se sabe nada acerca de Dios, aunque se puede saber de la ciencia humana. Pero los escépticos verdaderos, a donde tienen que ir a parar los agnósticos si se empeñan en probar su sistema, dicen que no se sabe nada, que no se puede probar nada de nada.
Aristóteles dice que con ellos hay que argüir con un palo. Y también San Agustín dio el argumento con que se puede rebatir a los escépticos o hacerlos callar por lo menos, que es éste: “No puedes dudar de que existes”. Eso lo dice San Agustín. En tiempo de Santo Tomás no había escépticos prácticamente, pero después aparecieron otros. San Agustín, anteriormente, tuvo que luchar con unos escépticos muy refinados que se llamaron académicos; pertenecientes a la segunda academia (la primera era la de Platón). Explayó San Agustín el argumento de Aristóteles de que nadie puede negar la propia existencia. Porque si la niega, al hablar la afirma. Si vives, piensas, y si piensas puedes saber cosas. Este argumento también lo usó Descartes; igualmente Kirkegord. A los escépticos hay que acorralarlos con un palo y ese palo es preguntarles si no saben que existen y si ellos contestan que no saben si existen o no, entonces se acabó, ahí viene el palo.
"El peor de los escépticos, que debemos sufrir aún ahora, fue Kant".
De manera que, como ven, la Teología debe buscar sus raíces en la misma naturaleza humana. El peor de los escépticos, que debemos sufrir aún ahora, fue Kant. Kant era un escéptico, porque ahondando en él se llega al escepticismo y él mismo partió de un escéptico que fue Hume. Pero lo sistematizó y lo utilizó de tal manera, que se hizo la cabeza de toda la filosofía alemana moderna. Todos admiten el raciocinio del “Tratado de la razón pura”, que en el fondo llega a escepticismo, porque Kant dice que nuestro entendimiento no puedo conocer las cosas sino que puede conocer solamente las apariencias, lo que él llamó fenómenos. Pero no puedo conocer los, “números” que son las cosas mismas. Así que negó la validez de todas las ciencias, menos de las matemáticas y de la física, porque ellas no se basan en las apariencias sensibles de las cosas. Toman la cantidad y trabajan con abstracciones de la cantidad, especialmente la física moderna, que está toda cimentada en las matemáticas. Todas sus demostraciones y deducciones son matemáticas. Esas cosas que cuentan los astrónomos de los astros y que nos parecen rarísimas a nosotros, a veces puede ser que sean simplemente teoremas o deducciones matemáticas revestidas de figuras, como decía Bergson. Este decía que muchos de los descubrimientos modernos no eran más que deducciones matemáticas revestidas de un disfraz colorido. Por ejemplo: que tal nebulosa está a dieciocho mil millones de años luz… y cosas así, que no tienen comprobación posible por los sentidos, son abstracciones matemáticas revestidas de color. En fin, esas dos ciencias, la física y la matemática, las admitía Kant como veraces, pero todo lo demás, no es veraz. La historia es apariencia, la filosofía es apariencia, la teología es apariencia, todo lo demás es apariencia.
Después de él surgen tres grandes filosofías escépticas en Alemania, que son las de Fichte, Schelling y Hegel. A los filósofos modernos los llamamos modernos, pero son derivados de Hegel casi todos. Algunos vuelven atrás y se basan en Kant y tenemos el neokantismo, como el de Nikolai Hartmann. Neofichteismo no hay. Retroceden y enseñan a Kant en otra forma, con otras palabras. Así creció la filosofía moderna que está impregnada de escepticismo. Hegel dice que el ser es lo mismo que el no ser. Sólo existe el devenir, que es el punto de partida de la filosofía. Es un escepticismo porque no hay nada seguro, todo evoluciona. El devenir significa lo que va viniendo. Lo que se hace no puede quedar fijo, siempre evoluciona. Todos los sistemas evolucionistas parten de la filosofía de Hegel. Y así todos los filósofos modernos. El otro día hice una lista de todos los filósofos modernos para un artículo que me pidieron en La Gaceta de Tucumán, sobre la actualidad de Sto. Tomás de Aquino. Yo nombré a casi todos los filósofos modernos que son todos discípulos y los existencialistas. Los Existencialistas son también discípulos de la Filosofía de Hegel culminando en Heidegger, en el cual se basa Sartre, quien escribió un libro grandísimo que se llama “El Ser y la Nada” haciendo una parodia de Martín Heidegger, que en el fondo es un libro de burla, pero parece que no. Él asimiló el lenguaje de Heidegger y compuso un libro que es una burla de él. Hay tres cosas en el libro ése que son contradictorias en sí mismas, como lo pongo en mi libro “De Kirkegord a Sto. Tomás” y de esas contradicciones ha hecho esquemas, teorías y todas esas cosas.
Los antiguos decían que con lo absurdo se puede probar todo. Los griegos habían inventado una cantidad de juegos filosóficos que consistían en poner un absurdo y sacar de él una conclusión disparatadísima. Para poner un absurdo hay que poner una cosa que lo sea sólo en apariencia. Hay una demostración matemática jocosa en la que se demuestra que 2 es igual a 3, con un razonamiento aparentemente riguroso, pero se ha puesto un concepto absurdo en dicha demostración. De modo que el devenir de Hegel continúa esparciendo el escepticismo en el mundo, por medio de sus epígonos o por él mismo, aunque hoy día no se estudia mucho porque es sumamente difícil y ha sido refutado. Pero los que asimilan a Hegel en parte o en todo, como estos franceses que hay ahora, estos dos filósofos franceses Luis Lavelle y Rene Lesenne hoy vigentes, que son hegelianos en el fondo.
Yo he tenido la paciencia de leerlos, no todos, porque cuando encontré el sofisma en ellos, los dejé. Son hegelianos modernos.
En el artículo que escribí para La Gaceta de Tucumán, puse una cosa atrevida, que a mí se me ocurrió estudiando a Kirkegord; es la siguiente: Kirkegord refutó a Hegel de mil maneras. Refutó toda su obra con la burla, con el raciocinio, con el sentido común, porque él había sido educado en Hegel y tenía que libertarse de él, de lo que tenía adentro. Hegel dijo de sí mismo que era seguidor de Aristóteles, un segundo Aristóteles. El historiador de la filosofía idealista, Fischer, dijo que en Hegel culminaba toda la filosofía y Hegel fue refutado por Kirkegord; no hay más filosofía, no va a haber más filosofía. Va a haber epígonos o seguidores. Habrá seguidores de Sto. Tomás por un lado y de Hegel por otro. Hegel está echado a un lado y Sto. Tomás permanece, pero no lo estudian, aunque ahora empiezan a estudiarlo más. De manera que escribí que no iba a haber más filosofía en el mundo, lo que disgustó mucho a una estudiante de filosofía y letras que escribió un artículo en La Gaceta contra mí, diciendo que yo no podía decir eso. Es claro que esto hay que entenderlo, se puede estudiar filosofía, se puede estudiar la historia de la filosofía e incluso se puede estudiar a Hegel y refutarlo, como hacía el profesor Adolfo Muñoz Alonso en su revista Crisis, que él dirigía, en la que continuamente está escribiendo sobre Hegel. Profesores de filosofía van a existir siempre. Filósofos es otra cosa. El profesor expone a un filósofo o lo resume. Por eso Kirkegord tenía tanto odio a los profesores de filosofía; tenía un odio mortal a la misma palabra profesor. Los profesores en Dinamarca enseñaban solamente a Hegel y Lutero. El primero en filosofía y el segundo en religión. Kirkegord absorbió todo eso y luego tuvo que liberarse y lo hizo escribiendo muchos libros que son pintorescos y hasta chuscos, pero está girando siempre sobre esos dos grandes enemigos, sobre esas dos grandes cargas que tiene el alma y que lo han oprimido.
En resumen:
He hablado de la extensión de la ciencia teológica, que es de una extensión enorme y por eso es difícil. La enseñan en 7 años en total, más 5 de latín enderezado a la filosofía, porque leen a Cicerón que era medio filósofo y a Virgilio que sabía mucho de filosofía. Por eso la Iglesia ha instituido esos estudios tan largos y tan difíciles, que ahora se están arruinando bastante. Porque se necesitan hombres muy doctos para enseñar esas cosas y se necesitan discípulos muy aplicados y capaces.
La base de lo expuesto es: ¿Por qué Jesucristo es Dios? Por la Escritura. ¿Por qué la Escritura es divina? Porque Cristo lo dijo. ¿Cómo tenía Cristo autoridad para decirlo? Porque Él con sus obras probó que era Dios, sin contar con la Escritura.
La Escritura viene después, o al mismo tiempo, a corroborar lo que Él decía. Él, lo que decía lo basaba en la Escritura antigua, de manera que no hay un círculo vicioso. No lo hemos oído a Él directamente, no hemos visto sus obras, somos los testigos vigésimos o centésimos de Él y los testigos directos no fueron más aventajados que nosotros, porque muchos no creyeron aun viendo sus obras e incluso los Apóstoles dudaron. “¡Dichosos los que vieron y creyeron!” Las Escrituras son veraces porque son libros históricos, los más históricos de todos, probablemente. De los 4 evangelistas, 3 murieron mártires y San Juan casi lo fue también, pero se salvó. Pascal, del que nos quedaron sus “Pensamientos” solamente, dijo: “Creo solamente en testigos que se dejan matar”. Y esta es una prueba de la autenticidad de los Evangelios. Si los primeros apóstoles hubieran dudado que los Evangelios eran verdad, no hubieran tenido fuerza para mantener su fe aún a costa de dejarse matar. Creían con toda seguridad que esa era la palabra de Dios. Después viene la confianza en la naturaleza humana porque los escépticos no tienen confianza en la naturaleza humana, San Agustín dice: Si existes, piensas y si piensas, puedes saber cosas. Este es el único argumento que hay. Por lo tanto, es necesario confiar en la naturaleza humana, tener naturaleza humana, cosa que los escépticos parece que no la tuvieran. De modo que hoy día hay una gran cantidad de herejías, como veremos en las clases, porque antes de cada tesis, en Teología, se habla de los adversarios, se expone la tesis y luego se refuta a aquellos. Así se manejaba Sto. Tomás.

No hay comentarios.: